28. JOEL y volver a ser Goliat.

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—Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui, Jesus Christus —Joel apretó los puños entrelazados con la misma fuerza con la que cerraba los ojos. De rodillas notaba los guijarros del campo clavados en la rótula. Tomó aire y siguió susurrando— Sancta Maria, mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.

En el silencio absoluto de la sierra montañosa le sobresaltó un leve sonido a su espalda, al principio creyó que era el viento agitando las ramas retorcidas de los olivos, pero no lo era.

Cuando ese sonido se repitió supo que eran unos pasos más gatunos que humanos a su espalda, acercándose sinuosos y calmos. Yuri sabía ser realmente sigiloso cuando era su intención, aunque también muy escandaloso cuando se le antojaba.

Abrió los ojos un momento para ver dónde estaba él. Se deslizaba en el hueco entre dos muros de la fachada del templo, que resistían orgullosos entre las ruinas.
Apenas quedaba luz, la noche la consumía, pero gracias a que ningún techo les cubría el poco violáceo que quedaba en el cielo iluminaba lo suficiente para poder ver en el interior de la pequeña ermita derribada por el abandono, el tiempo, el clima y la vegetación; que en cierta manera, lo mismo era.

Miró hacia el altar.

Habían arrancado el pequeño retablo para venderlo, ya solo era una pared de piedra desnuda comida por los hierbajos y la maleza.

La cruz en su cuello le pesaba como una tonelada engordada por trastornos y deseos que él nunca había aprendido a controlar ni entender.

Joel no podía dejarse ver por un tiempo, después de haber paseado bolsas de dinero, haber traicionado la confianza de una inspectora (y de su pobre hijo) y de haber amenazado a media ciudad... no era nada inteligente acercarse a cualquier iglesia a orar. Los templos de culto serían el primer lugar donde empezarían a buscar si alguien quisiera encontrarle.

Pero quería pisar suelo sagrado.

Yuri conducía para llevarle al piso de Diego cuando lo dijo en voz alta; que le gustaría poder rezar por el alma de Gorila antes de regresar.

Él se había negado, solo le dijo "NO".

Su única ambición era protegerles y no se la jugaría por los caprichos de un fanático religioso en plena crisis de identidad; tenía toda la razón, claro. Por eso no insistió, de hecho, sintiendo ese horrible pinchazo en el pecho de nuevo asintió y cerró la boca. Se giró para mirar a Bruno y a Muller, que fingían no escucharles desde el asiento trasero, y luego miró hacía la ventanilla sin quejarse.

Por eso le sorprendió tanto que cuando estaban casi llegando a su destino Yuri golpease con fuerza el volante, enfadado por su propia decisión, y lo girase bruscamente para dar media vuelta con la única intención de consentirle el antojo.

Le llevó a una ermita abandonada en la sierra, ruinas desvalijadas; el altar ya solo era piedra. Pero, como le había dicho el ruso, donde había habitado el altísimo; queda.

Y por ello rezaba de rodillas en medio de la absoluta nada. Entre olivos y piedras. Necesitaba consagrar su alma inconmovible; arrodillarse para enseñarle al todopoderoso que estaba cumpliendo su voluntad aun cuando eso significase sacrificarse corrompiendo su alma cristiana desobedeciendo sus mandamientos, vulnerando la ley de los hombres. Que él era suyo y que a cambio solo pedía que a Nolan no le pasase nada malo y que Lucas fuese feliz. Solo eso.

No podía rogarlo más fuerte, no podía entregar más de lo que ya hacía. Todo su ser, todo él, era para otros. Para los chicos muertos, para Nolan, Lucas, para Dios.

Miró hacia el sonido de nuevo.

Yuri se le acercaba doblando la cabeza interesado por su exhibición de fervor beato. Nervioso volvió de nuevo a mirar al frente, alterado y acalorado.

IF IT HADN'T BEEN FOR LOVEWhere stories live. Discover now