Act. 2. Ojeada discreta

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—Wow~ está vez fue rápido. —burla Alastor con las manos tras la espalda.

—Eres el único hijo de puta que está sonriendo cuando lo que llegan son amenazas de muerte. —gruñe Husk. Charlie suspira y Nifty tira a un lado los montones de papeles y carteles que pusieron en la entrada a la feria.

"Fuera de aquí fenómenos"

"Arderán desde ahora en las llamas del infierno si no se van"

"Piérdanse"

"Escoria asquerosa"

"Monstruos"

"Estén aquí un día más y acabaremos con ustedes"

Lo típico y natural de tener un circo conformado en su casi totalidad por gente particular. Prefieren llamarse así. Es suficiente con que los demás los llamen fenómenos como para formar parte de la misma población. Sin mencionar que invalida la independencia que tienen estando aquí.

Alastor toma el cigarro que estaba fumando Millie y lo tira a la pila de carteles. Toma un respiro, levanta en la punta de sus pies y vuelve a bajar. Tiene dos opciones: Irse el fin de semana a su siguiente destino para evitar pleitos posibles o quedarse porque le vale mierda que intenten atacarlos.

Si bien es cierto que puede pasar, la policía los va a proteger y creer ¿Por qué? Porque sus niños están aquí metidos y felices con entradas gratis siempre y cuando el policía en cuestión muestre su placa en la taquilla. Alastor es perfectamente consciente de que no los cuidarían por la bondad en sus corazones. Por ello manipula la situación a su preferencia y antojo pleno. Policía satisfecha, manifestantes fuera.

—Continuaremos sin problema. —afirma despreocupado. Charlie va a un lado.

—Aun si nos vamos a quedar debemos ser un poco más cuidadosos—comenta Charlie—. Sé que tú no lo haces, pero si le dices a los demás que eviten salir tanto.

—Charlotte, my dear—Detiene el andar y Charlie aprieta su brazo con una sonrisa nerviosa en los labios—. Son empleados libres, no prisioneros—Pone una mano en su pecho—. Lo que decidan hacer, es su asunto. Da la noticia, a final de cuentas, también eres la que les da dinero.

Charlie tiene un problema enorme y es que casi nadie la toma en serio. Debido a su naturaleza amable, incapaz de odiar y de hacer el mal, es demasiado blanda con todo el mundo. Es complicado hacerla enojar y por ello tampoco se puede intimidad a nadie. Debido a ello es Alastor quien se encarga de imponer el orden en circo.

Nadie tiene una explicación exacta o única a porque él da más impresión de líder, dueño o jefe, la realidad es que nadie quiere ver esa sonrisa enorme, tensa, afilada y enojada por meter la pata.

Nadie es así de tonto o suicida.

Algunos siguen profundamente afectados de que, en cada Show para adultos, Alastor coma la carne que queda por ahí. Solo en esos momentos, pero a ninguno se le ocurre intentar tal cosa. Sigue siendo carne humana.

—Vale...

Habiendo quitado todos los carteles la feria pudo iniciar sin problema. Concurrida como el día anterior con el paso de las horas. Alastor la recorre para asegurarse de que no hay problemas. Tienen un espectáculo de media tarde para los que no pueden en la noche. Aprobado por quienes lo hacen, Alastor no es dado a explotar a sus empleados. Eso trae perdidas a largo plazo. Fue una carpa llena y algún que otro inmiscuido sin que se lo eche. Están en pie y no molestan.

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