Act. 11. Brillo oscuro

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— ¿Seguro que funcionara?

—El punto está en el intentar hasta no poder más y a todos ahí hartar.

La parada anterior y por desgracia, no se pudo hacer el segmento para adultos. La alcaldía no permitió que hiciera a pesar de que hubo muchas quejas viniendo de las familias burguesas que financian de alguna forma algunos aspectos del conocido circo. Entre ellos, asegurar que tomen cierta ubicación y así no obstruya con sus negocios o esté cerca de sus viviendas, al mismo tiempo que consiguiendo pase gratis para entretener a sus hijos y esposas que no necesitan mayor entretenimiento de calidad.

Angel es perfectamente consciente de por qué se encuentra aquí. Por qué la hizo venir al igual que Charlie. Con una puede hablar con respecto a la petición. Con la otra generar un interés en lo que generará la aceptación de esa petición. Alastor fue muy claro al decir que no quiere que se acerque o hago físico. Quiere que demuestre ese mismo que hacía al bailar.

La capacidad de seducción que hay sin necesidad de tacto o una situación explícita. Por terquedad y que se le planteó como algo que no podría hacer, acabó aceptando. Es la mejor técnica para tenerla de su lado.

—Lo que nos pide es más que barbárico, señor Alastor. —dice el alcalde. Siendo una reunión con él, el jefe de la Policía y algún que otro puesto importante.

—Se trata de utilizar de forma útil a malvivientes que no merecen compartir aire, indecentes culpables y vidas desechables por sus crímenes abominables. —dice Alastor. Charlie se aclara la garganta.

—Hemos estado haciendo este mismo espectáculo en muchas ciudades distintas con resultados favorables. Como bien se puede apreciar en-

—Lo siento, señorita, pero aun no entiendo cómo es que se atrevió a entrar aquí usando esta vestimenta—Charlie baja un poco la mirada. Está usando ropa formal. La diferencia es que es un conjunto de pantalón, camisa y saco. Hechas especialmente para ella. No le gustan mucho los vestidos formales. La incomodan—. Por no decir que está conversación es con el dueño de este circo que pretende hacer una masacre.

—Ella es la dueña principal—Angel lo ve de reojo. Pues el pelirrojo nunca tiene pelos en la lengua para decir que el agregado en todo este asunto es él y Charlie la dueña troncal—. Déjeme agregar que, si por un pantalón van a desestimar, muy lejos no van a llegar y por detalles minios se van a derrumbar. —Encoge de hombros. Quejarse de la ropa siendo está formal, pero no una falda, es una estupidez. Jamás dejará de pensarlo—. Eso sin mencionar, que interrumpir lo importante una falta de respeto en todo el mundo será.

—Señor Alastor—Parpadea con deje coqueto y juguetón—. Su petición es una locura. No es factible de ningún modo y no hacemos cuenta de cómo es posible que alguna alcaldía aceptará semejante acto. Debemos negar su petición. — Alastor fuerza la sonrisa, siendo obvio que está resolución lo molesta.

Hay un breve espacio de silencio en que cuatro de los cinco hombres se dan cuenta del movimiento suave de la mujer albina que no ha dicho una palabra. Angel cierra el abanico, apoyando el codo en una silla y mordisqueándose los dedos incluso por encima de los guantes hasta quitárselos. Estira las piernas a un lado, descubriendo piel de las mismas. Un pequeño y miserable tramo del que ninguno aparta la vista. Accidente o casualidad el abanico se le cae al igual que un pendiente. No hace ni un solo movimiento cuando ya el jefe de la Policía está recogiéndolo por ella.

Grazie. —ronronea, causando que el hombre se ponga colorado. Angel se inclina, doblando un poco la espalda y causando que el vestido se recoja un poco. Mostrando parte de su marca de corazón en el pecho y los senos más apretados.

— C-como... ¿Cómo dijo que es el show específicamente? —Rectifica él, quien permanece cerca de Angel. Ella vuelve a ponerse el arete y juega de tal forma con el abanico que es obvio que emula.

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