Act. 18. En compañia

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—Primera cita, a esto llamo tener un progreso de cero a cien. Que siga a ese ritmo. Si sobre pasa de quinientos huye. La experiencia te lo recomienda. —dice Cherri peinando a Angel para poder ponerle la pequeña horquilla de plumas en la parte de atrás de la cabeza.

— ¿Me descalabro si pasa de quinientos?

—Sí y te quedas con un solo ojo. —bromea. Angel da una risita.

Siendo todo esto una referencia al pasado de Cherri. El motivo es su mal estatus anterior viene puramente de una mala decisión que admite haber tomado. Debido a su capacidad de encender fuego solo con las uñas, su ex novio aprovechaba de Cherri para crear distracciones. Explosiones, incendios, etc.

Mientras eso sucedía, el robaba el local o vivienda. Cuando llegó el momento de la verdad la culpo a ella de todo lo que sucedió y se desapareció del mapa. Consecuencia de ello estuvo un par de años en la cárcel, saliendo de puro milagro, pero sin tener nada.

Admite su culpa por dejarse llevar ante un amor adolescente por un tipo que no tenía fiabilidad alguna. Por otro lado, lo puede culpar a él por ser un trozo de mierda que se aprovechó de todo lo anterior. Culpa respectiva y perfectamente distribuida. Sin importar la estupidez o inocencia de la persona, es de persona infeliz el aprovecharse de ello en pro del beneficio único. La víctima carga con parte de ello, más no todo. El agresor siempre será el mayor culpable.

—Se supone que está cita la tendríamos el año pasado. —menciona pintándose los labios de color rosa. El mismo tono que resalta en su piel por las marcas cuantiosas.

—La están teniendo ahora. Es más progreso del que puede esperar.

Suspira y se levanta de la silla. Arregla un poco la falda y el corsé no tan apretado por compasión a sus brazos. Usa un vestido negro de tela brillante y parte superior con intrincado diseño en hilo plateado. Toma la estola blanca y la cartera pequeña, avanzando con Cherri a un lado.

Hay mucha nieve aún, pero todos los comercios han empezado a abrir y es posible el tránsito por la calle. Llegan a la entrada donde Alastor está esperando. Tan elegante como de costumbre y esa ligera cubierta para que su piel luzca más natural.

—Es tan extraño verte así que siento que la piel gris es la normal. —bromea Angel, Alastor ríe entre dientes. Ambos andando a la salida del circo a por el taxi que pidió Alastor hace poco.

—Lo anormal es lo normal para nosotros. —explica Alastor.

—Que excusa. —Le saca la lengua y se encoge en el grueso abrigo que lleva.

~ * * * ~

El elegante restaurante es amplio y de ambientación oscura. Apenas ilumina los lugares justos como lo son la mesa. Están en una relativamente escondida y lejana por propia comodidad. Angel se deshace de los guantes para comer lo que pidieron como entrada, viendo alrededor la sobriedad del ambiente. Todas las mujeres con sus ropas refinadas y hablar bajo junto a sus esposos que guían toda la conversación si es que existe.

— ¿Te molesta verlas? —pregunta Alastor tomando vino.

—Me recuerda mucho a mi casa. En Italia.

—Oh~

—Era una vida pomposa—Empieza a decir con sumo desinterés—. Mis padres—Rueda los ojos—. Son dueños de una de las más grandes mafias de Italia. Al menos lo eran cuando supe por última vez de ellos—Aclara y Alastor se muestra tenso. Admite que esa información lo tomó por sorpresa—. Dinero para derrochar, casa enorme, todo lo que pudiera pedir... Con el pequeño problema de que yo y mi hermana nacimos mal.

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