Untitled Part 156

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Raguel toca la puerta de la tienda de Aziraphale. Crowley está bebiendo vino y jugando con su teléfono dentro de su manta favorita en su sofá favorito. Probablemente con la cabeza en el asiento, el pelo colgando hacia el suelo y los pies en el respaldo. Por lo menos no está en el techo.

Vuelve a tocar súper nervioso. De todos modos, él no va a ir a la puerta.

Después de un rato, intenta abrir la puerta él.

¿No está Aziraphale?

No, se ha ido por galletitas.

Igual no le abre, porque cree que es Aziraphale.

—¿Holaaaa?

—¡No me hagas levantarme, Angel!

El ángel parpadea.

—Ohh... Ehm... —entra igualmente, mirando alrededor—. Hola.

—¡Estoy aquí! —hace un movimiento raro con el cuello para poder beber de su copa sin levantarse y sin que el vino se caiga demasiado por la gravedad.

Ahí se va a donde está.

Y la verdad, se tira un poco el vino por la cara cuando ve que no es el ángel que él esperaba.

—¡Hola! —le sonríe un poco, mirándole—. Perdona, llegue un poco antes y...

Crowley casi se ahoga, tosiendo y acaba por darse la vuelta.

—Disculpa

Niega con la cabeza golpeándose un poco el pecho y limpiándose la cara.

—Aziraphale no está.

—Oh... que mal. Ehm... bueno, igualmente creo que puedo... esto es un lugar público, ¿no?

—Eh... sí, bueno. D-De algún... modo. ¿Quieres comprar un libro? Porque tengo malas noticias.

—¿Por?

—Como deje salir de aquí uno solo, me van a mandar detrás de él.

—¿No vende libros? —pregunta riéndose un poquito.

—Seeeeh, claaaaaro.

—Vale... vale. ¿No le gusta vender? —se sienta en la butaca de Aziraphale.

—No le gusta desprenderse. De nada.

—Oh... bueno, supongo que a nadie.

—No, no, lo digo en plan... enfermizo. Pero bueno. ¿Y tú qué?

—Yo... vine a ver a Aamón.

—Sí, ya lo sé. ¿Traes protección? —sonríe.

—¿Protección? No, he venido solo —asegura pensando que se refiere a Gabriel que le siga.

—Veamos... —se levanta—. No quiero ni una mancha ni una arruga en uno solo de los libros. He intentando que recogiera un poco para dejaros espacio, pero insiste en que no era necesario. Yo creo que sí lo va a ser —chasquea los dedos un par de veces y manda algunos de los libros apilados por el suelo y mal ordenados a la casita de la playa—. Podéis usar el sofá y las butacas para sentaros, pero si necesitáis una cama, haces un milagro sobre esa mesita o sobre la alfombra. Las butacas luego nunca vuelven a ser las mismas. Vosotros decís que sí pero no... y él lo va a notar —se pone de pie y empieza a andar por la habitación—. Hay música ahí y el... gramáfono o comosellame está ahí. El sistema de sonido es nuevo, así que no debería dar problemas. Hay algunas cosas buenas, si quieres te separaré algunos discos que hacen ambiente. Supongo que cuando vuelva Aziraphale te dirá que podéis beber y comer si acaso os apetece. El baño y el cuarto están prohibidos.

Sin CityWhere stories live. Discover now