Untitled Part 128

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Sí, de hecho las va a leer tarde o temprano... ehm... va a ponerse su broche, va a guardar las leyes y va a bajar a la tierra a su cita.

Creo que si le ha dicho que vayan a otro sitio. Puede que a un palacio de alguien a quien ha hecho largarse o algo así.

Oh. Va a ir muy contento y de buen humor porque... tiene ganas de verle.

Y el otro está ESTRESADO de la hostia.

Creo que aparece por ahí cantando un salmo que le gusta. Ignorance is a bliss.

Aamón no se ha... vestido de rosa, porque NO pero sí lleva como un pañuelo rosa encima de su túnica negra o algo así. Y un paquete bajo el brazo. No muy grande, del tamaño de una carpeta, bastante grueso. Envuelto en un lienzo y atado con una cuerda. Ah... y flores. También lleva putas flores. Probablemente todas maltrechas y muertas.

Cálmate, cálmate, otras cosas le van a gustar menos o le van a escandalizar más... las flores y un regalo le va na encantar. Raguel... no viene especialmente mejor vestido que de costumbre aunque de la primera vez a ahora, ha ido... esmerándose un poco más en el atuendo. Pero va vestido con cierta sencillez... tarareando con su bonita y (aún) aguda voz... Quizás sea lo primero que oigas.

Aamón se sonroja igual nada más verle, sintiéndose ridículo con todas esas cosas y vestido de rosa. Se promete a si mismo ir a torturar a Asmodeo al salir de aquí.

—E-Ehm... ¿R-Raguel?

—Oh... ¡Ahí estás! Este lugar es tan grande que pensé que tendría que ocupar alguna técnica para encontrarte —le sonríe sinceramente... mirándole de arriba a abajo.

Aamón se sonroja, paralizándose. Mira que bien empezamos. No es exactamente afecto lo que emana, es más... vergüenza y miedo aunque otras veces le veía y sentía afecto directo. O sea, otras veces seguramente no tenía miedo ni sentía vergüenza así que sí debía sentir el afecto. A cada vez más que a la anterior.

Raguel vacila un poco, notando cierta... Algo... Algo distinto esta vez.

—¿Va todo bien? —se le acerca del todo, llevándose una mano al pecho porque inconscientemente estaba empezando a acostumbrarse del todo al afecto que sentía a su alrededor y que generalmente le tranquilizaba del todo

—¿Qué? No. ¡Sí! Sí. Ejem... sí. ¿Por qué lo dices?

—No lo sé, siento que hay algo distinto —le pone una mano en el hombro para saludarle... y es que tras unas diez citas al parecer Aamón se había rendido a quitarse del todo.

—¡No hay nada distinto! —chilla un poco y chasquea los dedos para volver negra su bufanda y quitarse lo que sea que hubiera puesto para oler bien. Se le caen las flores y aun se marchitan más. Las recoge del suelo y se incorpora carraspeando un poco.

Raguel frunce el ceño, porque... se veía bien de rosa la bufanda.

—Son para ti. Y esto también...

Raguel parpadea. Le mira a los ojos y sonríe.

—No me preguntes por qué, por lo que más quieras. Y como hagas un solo comentario sobre olerlas te las comes —se sonroja un poco sin mirarle.

—¿Para mí? Ohh... gracias —extiende una mano para que se las dé, bajando la vista a ella y es que pobrecitas mías... Le da también el paquete—. ¿Y esto qué es? ¡Son regalos!

Aamón gira la cara.

—Aunque sé que no soy el primero que recibe uno... —comenta Raguel, el demonio se vuelve a mirarle.

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