Untitled Part 176

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Raguel se deja caer en la silla, bufándole a Gabriel que acaba de irse, visiblemente enfadado. Aamón le mira de reojo.

—¿Qué ha sido eso?

—Ahora soy un IMBECIL que no sabe hacer su trabajo, claro.

—¿Pero qué es eso de la gula? ¿De verdad no come?

—Pues no, pero yo no decido cuales ni cuantos pecados hace cada quien.

—¿Entonces como funciona?

—Yo solo lo sé, Aamón, por inspiración divina. Se lo que tengo que escribir.

—Mmmmm... Inspiración divina—repite porque Aamón y su... ateísmo.

—Puedo no escribirlo, puedo cambiarlo, quizás puedo equivocarme alguna vez, pero... Si Gabriel tiene pecados de gula plagando el libro, créeme, no soy yo. Es Nuestra Señora.

—¿De qué sirve que los escribas para ella si ella es quien te inspira?

—Ella necesita el libro, supongo. Me lo dio. Ella. Me pidió que lo llenara. No sé cuál es su plan, Aamón, es inefable.

—Odio cuando la respuesta es "es inefable" —ojos en blanco.

—Pues lo es... ya sé que tú también consideras que esto que hago es inútil y que debería dejar de hacerlo.

—No es tanto eso pero... yo tampoco entiendo.

—¿Cómo puede cometer gula sin comer?

—Sí.

—Bueno pues... ¡debe ser que me equivoco! —protesta porque sigue irritado—. No lo sé, Aamón, pregúntale a Gabriel, no a mí. Debe ser algo que piensa o como lo piensa.

—Vale, vale, no te enfades conmigo ahora.

—Debe tener que ver con deseo insaciable... —bufa otra vez.

—¿Deseo... sexual?

—No, eso es lujuria. Pero no hay un pecado para... cada deseo —suspira y aprieta los ojos—. Quizás llevo Toda la vida escribiendo TODO mal.

—No sé...

—¿Eso crees? ¿Qué puedo llevar toda la vida escribiendo lo que se me antoja? —le mira, con el ceño fruncido.

—No, pero... tiene razón, no tiene sentido.

—Como todo lo demás tiene tantísimo sentido... debo estar mal yo y el libro. Pues vale, no se diga más... que lo complete alguien capaz de hacerlo bien de ahora en adelante —se lo guarda.

Aamón suspira.

—Y esto es justo por lo que nadie debe leer el libro ni sacar conclusiones. Pero no aprendo —Raguel murmura—. ¿Vas a ayudarme e ir por Miguel?

—Pues no vas a bajar ahí solo.

—Quizás tú tienes otras obligaciones... como ir a sacar a Asmodeo del cielo.

—Ehm... sí, bueno. Uhm... tal vez... Uh. No quiero pedirte que me ayudes a eso.

—Tú puedes sacarle solito, ¿no? Ya... ya me imagino. Trata de no extrañarle mucho ahora que están separados —se levanta—. Por cierto... creo que tú y yo deberíamos hacernos de nuevo de una casa...

—Pues no es como que se me dé muy bien sacar a gente del cielo. Como es obvio.

—De todo lo que dije eso es lo que te ha llamado la atención.

—No, bueno, ¿qué es eso de la casa?

—Si no sabes sacar a alguien del cielo, ¿a quién le vas a pedir ayuda? —pregunta extendiéndole la mano.

Sin CityWhere stories live. Discover now