Untitled Part 183

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Así que... ahí bajan, por las escaleras, Aamón sacando desde ya el teléfono y marcándole a Raguel, ignorando un poco a Asmodeo. Raguel está mirando casas. Tan mono.

—¿Hola?

—Lo logré, mi vida...

Asmodeo le mira de reojo con ese "mi vida"

—Mira que bien... ¿ya bajas?

—Sí, ¿dónde te veo?

—Estoy... no te lo vas a creer. Pero vengo, a donde tú quieras.

—¿No me lo voy a creer? ¿Por qué no me lo voy a creer...? ¿Dónde estáaaaas? —sonríe

—En una cabaña en un bosque de Canadá.

Really? ¿Y qué haces en una cabaña en un bosque de Canadá? —sonríe un poco más y se le nooooooooooooooota. Asmodeo hace un poco los ojos en blanco y se ríe.

—Estoy viendo si la compro, es muy distinta a la que teníamos en el desierto.

—¿Porque es distinta? Quiero verla... —risita.

—Está en el bosque... y no hay vecinos... se ven los árboles y un lago y hay una chimenea y un mueble bar y una piscinita interior en el lado de atrás.

—Eso... suena mucho mejor a lo que teníamos en el desierto. ¿Un lago?

—¿Quieres venir a verla?

—Sí... solo... viene Asmodeo conmigo.

—¿Qué? —se paraliza completamente.

—Le he dicho... que... bueno. Que voy a bajar a buscarte y que quizás... no sé, dado que es tu novio...

—¿Le has dicho que eres tú? DILE QUE ERES TÚ.

—¿Por? No voy a... hacer nada con él.

—¡Por si acaso!

—¿Celos?

—Hum... no.

—Quizás podrías terminar con él...

—Eh, sí, sí, claro, pero... hum... deja que lo haga yo.

—Vale, igualmente me gustaría ver la cabaña, mi vida.

—¡No me llames mi vida cuando está él ahí! ¡Es raro!

—Perdona, mi amor... ¿a dónde voy entonces?

—Raguel! Aquí no.

—¿Canadá?

—Sí, vale, veámonos en la ciudad.

—Te... Hmm... le diré a Asmodeo que nos lleve. No parezco poder ir ahí solo con un rayo.

—Tienes que ir bajo tierra.

—Eso no sé cómo se hace.

—Pues... Ugh. Que lo haga Asmodeo.

—Eso le diré... espero que no esté acostumbrado a besarte mientras hacen eso.

—¡No le dejes besarte! ¡DILE QUE ERES TÚ!

—Te quiero.

—R-Raguel! —vuelve a protestar.

—Oh, perdóname... no te decía a ti, le decía a él...

Frunce máaaaaas el ceño.

—Es broma... ahora te veo. ¿Me escribes exactamente dónde?

—Sabes que ahora que tengo tu cuerpo ya no te necesito para nada, ¿verdad? Me voy a venir a vivir con él aquí al bosque canadiense con tu calvita y mis arbolitos.

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora