Untitled Part 10

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Así que... ahí va Crowley hacia adentro de la iglesia, contoneando las caderas. Los intentos de cadera. Lo intenta con muchas ganas. En realidad en un punto piensa que va a dislocarse la cadera y se maravilla de ello, sinceramente, porque no siente ni un tirón. Cuando abre la puerta de la iglesia así con una sonrisa de seguridad pensando que... bueno, quizás debiera entrar y... empezar a dar saltitos sin sonreír tanto por si acaso alguien ve, pero se supone que ya no le afecta eso, por eso va él.

Se queda pensándolo, pasándose una mano por el pelo y... quitándose los lentes, ubicando la pila de agua bendita. Ojalá estuviera alguien viendo esto. De hecho, deberían ver cómo abre la garrafa y mete el brazo en la pila casi hasta el codo, solo para dejarlo claro.

Quizás sí lo están viendo. De hecho, hay un montón de gente ahí dentro.

Casi se persigna como suele hacer y se detiene un poco por si acaso. Vamos, que traición.

Crowley les mira a todos y... es que solo de pensar en lo que diría cualquier padre si de verdad supiera que un demonio está en su iglesia. Sonríe de lado con eso y... se humedece un poco los labios pensando que debería girar al menos la cruz de cabeza para hacer esto de manera convincente.

Quizás podría salir en los periódicos o algo así. Una bonita proeza antes de intentar matar al ángel. Sinceramente eran ese tipo de cosas que causaban mucho efecto, pero eran poco graves.

Ahora va a ser eso... Proezas...

Ajem. Pues era algo terrible que él nunca haría

Ya vemos... Está clarísimo que nunca NUNCA lo harías.

Y era una proeza porque al final... ¡era difícil hacerla para un demonio! Y claro que él no lo haría... pero había otras cosas peores y de más impacto que estas si tenía que parecer convincente.

Crowley abre la botella, tarareando un poco Walk like an Angel, porque... maldito coche, se la ha pegado y se humedece los labios acercándose a la pileta.

Ha de confesar que siempre le ha parecido que el agua bendita de las iglesias era un poco sucia... Vamos, es que todo mundo, TODO metía ahí la mano sucia... Por más bendita que fuera, las bendiciones hacían muchas cosas buenas, pero no esterilizaban. Así que siempre que podía hacía él su propia agua bendita... Vamos, si la requería para algo.

Ya bueno, pero tomar un vaso de agua y bendecirlo tú no valía para que le vieran... hacerlo.

Se le acerca una mujer, una de esas que... trabajan ahí pero no son ninguna figura de nada muy impresionante, de las que se dedican a hacer trabajos aquí y allá en la iglesia, sustituir a la persona que cobra a los turistas, contratar a nuevo personal de limpieza, organizar las estampillas... lo que vendría siendo un ama de llaves. Que además tiene otro cargo mucho más elevado, es la... corresponsal del cielo en la catedral de Westminster.

—Disculpe caballero, puedo... —se queda paralizada al notar que es un... ente sobre natural. ¡Y no precisamente un ángel!

Exactamente... de ahí que estuviera ahí. Tú querías público.

—Oh... Ehm... hello.

Ella se tensa, dando un paso atrás.

—Oh... —le mira a los ojos, detrás de los lentes y sonríe un poco, de lado.

—Tú... eres... eres...

—Sí.

—No deberías... ¡poder estar aquí! —se lleva las manos a la boca, ella no estaba ya como para andar tras demonios y lidiando con esas cosas. Le había costado mucho conseguir este puesto relajado y de poco trabajo en la catedral, donde además estaba completamente protegida de fuerzas ocultas como para que ahora los demonios empezaran a poder entrar y pasearse por ahí como turistas, ateos o simples amantes de las artes. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Misas negras en Halloween?

Sin CityWhere stories live. Discover now