ᴛʀᴇᴄᴇ

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🄲🄰🅁🄶🄰🄽🄳🄾 🄰🅁🄲🄷🄸🅅🄾

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❚ ᴀʀᴄʜɪᴠᴏ - ʏᴏᴏɴᴍɪɴ, ᴄᴀʀɢᴀᴅᴏ ❚

Jimin terminaba de dar los últimos retoques a su decoración del pequeño comedor del jardín, mientras esperaba a que se terminara de cocinar la cena

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Jimin terminaba de dar los últimos retoques a su decoración del pequeño comedor del jardín, mientras esperaba a que se terminara de cocinar la cena. Había decorado tres lugares en total: el comedor del jardín, el baño y la habitación que compartía con su esposo. Literalmente le había llevado cuatro horas, sin contar la hora y media que se había tardado en el centro comercial, comprando las cosas que le faltaban. Pero definitivamente había valido la pena, había quedado hermoso, y además era para su alfa, que era lo más importante de todo.

Cuando todo estuvo listo, vió la hora asegurándose de que aún tuviera tiempo, y si, efectivamente aún faltaba una hora para que su hyung llegara. -su padre se había comprometido a ayudarle, y eso quería decir, que no dejaría al alfa pelinegro irse antes de tiempo- Subió corriendo al segundo piso, se dió una ducha rápida, y se vistió con las ropas favoritas de su alfa. También se maquilló un poco, resaltando sobre todo los labios, con uno de esos labiales "mágicos" que se suponía que no se borraban con nada más que desmaquillante.

Bajó nuevamente a la primera planta, y se sentó en el recibidor, esperando a oír el auto estacionarse en la cochera; lo cual sucedió unos quince minutos después. Se puso de pie, y se quedó frente a la puerta, esperando a que esta se abriera. Y cuando lo hizo, tomó toda su fuerza de voluntad en no lanzarse a los brazos del mayor, y sólo decir un "Bienvenido a casa, alfa". Que calentó el corazón del contrario.

Después de saludar a su mayor, lo abrazó con fuerza, recibiendo los besos de este por todo su rostro, con una sonrisa.

— Pero que bonita manera de recibirme, amor. — murmuró el más alto, para luego besar con suavidad los rechonchos labios de su esposo — Te ves precioso con esa ropa. Esta camisa es mi favorita. — halagó, abriendo un poco más el escote de la prenda, que mostraba perfectamente la marca, clavículas y una parte del pecho del menor.

— Y por eso me la puse. Porque es tu favorita. — sonrió el omega — Deja acá la maleta. No tienes permitido subir a la habitación, vamos a cenar primero. — dijo separándose y dando saltitos emocionado.

Por algo Tinder no es RosadoWhere stories live. Discover now