ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴅᴏs

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❚ ᴀʀᴄʜɪᴠᴏ - ʏᴏᴏɴᴍɪɴ, ᴄᴀʀɢᴀᴅᴏ ❚

Jimin se adentró a su casa, y sonrió al ver a Holly esperándolo en la puerta, moviendo su colita

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Jimin se adentró a su casa, y sonrió al ver a Holly esperándolo en la puerta, moviendo su colita. Se agachó y lo cargó sin mucha dificultad, para darle cariñitos en la pancita, mientras caminaba en dirección a la cocina. Se dió cuenta que la señora Kim ya había llegado y se había ido, pues todo estaba muy limpio y ordenado; sonrió porque eso haría su labor más fácil.

Bajó al suelo al cachorrito, y le acarició detrás de las orejas una última vez, para luego estirarse y ponerse su delantal favorito. Suspiro de forma sonora y sonrió, para luego empezar a buscar todas las cosas que utilizaría para la cena especial que planeaba hacer ese día.

No sé le hizo demasiado difícil, la despensa estaba llena, porque habían ido de compras hacía poco. Cuando ya tuvo los implementos, utensilios e ingredientes necesarios, se dedicó a preparar la comida favorita de su alfa.

Bulgogi con arroz frito, y de postre, una ensalada de frutas.

Se dedicó al cien a la labor, y a las siete de la tarde, ya había terminado con todo; incluso había decorado nuevamente el comedor del jardín con las luces de navidad, velitas, y flores, ya sólo le faltaba arreglarse él.

Se apresuró hacía el interior de su hogar, recogió los trastes sucios, y los puso a lavar, en lo que él se arreglaba para ponerse bonito, esperando que eso le levatara un poco el ánimo.

Se puso una camisa de algodón blanca manga larga con escote en V, y un pantalón negro, que parecía de lona, pero en realidad no lo era, era de una tela muy suave. Se maquilló los ojos con su sombra marrón favorita, que combinaba perfecto con sus cabellos y resaltaba su color de ojos, y se echó labial rojo natural en los labios, para que estos se viesen un poco más carnosos, como le gustaba a su esposo.

Sonrió a su reflejo, porque logró cubrir sus ojeras, y aún se veían sus pecas; ya no parecía como que hubiera llorado por horas, y aunque si había sido así, su alfa no tenía porqué saberlo. No quería preocuparlo, de todos modos, ni siquiera él mismo sabía la razón de su desazón.

Por algo Tinder no es RosadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora