cuarenta y dos

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Jimin y Yoongi estaban sentados en una pequeña y acogedora heladería del centro comercial. Jimin disfrutaba de un helado de vainilla, el cual antes odiaba, pero al salir de casa le dieron unas enormes ganas de comer un poco. Y Yoongi por su parte, tomaba un milkshake de café, atento a cualquier señal de incomodidad que pudiera tener su pareja.

Esa mañana habían decidido salir a comprar el regalo de bodas de sus amigos Nayeon y Hoseok. Ya había pasado una semana y media desde el último control del omega, y este, ya se sentía considerablemente mejor luego de tomar las vitaminas que la doctora le había dejado. También la tensión entre ellos había disminuido, aunque el alfa sabía que no todo estaba solucionado.

Al menos hacía dos días habían empezado a dormir juntos de nuevo, aunque ni siquiera se hubieran besado en ningún momento, eso lo reconfortaba. A ambos, realmente.

Yoongi había empezado a divagar en sus pensamientos, cuando la suave voz de su esposo lo trajo de vuelta a la realidad.

— Estaba pensando en que Hobi hyung y Nayeon-ii realmente ya tienen todas las comodidades de un hogar, pues ya viven juntos desde hace ya algo de tiempo. — murmuró viendo a un niño comiendo una banana split que se veía realmente deliciosa — Y tienen un ingreso doble. Y muy bueno. Un día Noona estaba haciendo las planillas, y como me aburría le ayudé... Noona gana hasta más que mi sueldo base. — rió.

Aunque claramente su sueldo base no era nada, comparado a las ganancias de la agencia y otras empresas de su padre, que le tocaban por derecho, y que cada mes se añadían a su cuenta y a la de su pareja.

— Y Hoseok gana solo un poco menos que yo. — añadió el alfa, entendiendo el punto de su omega, y observando su lenguaje físico de cómo claramente quería más helado.

Pero no era conveniente que comiera más. Habían desayunado algo ligero, y ya casi era la hora del almuerzo. Debía comer algo sustentable, y no más helado que luego le haría doler el estómago.

— Exacto. — asintió el menor — Entonces estaba pensando en que no les podemos regalar algo superficial, como una cocina, un juego de sala o algo así. Esas cosas es mejor que las elijan entre ellos, en base a sus gustos y necesidades... Cosa que ya hicieron. — sonrió de lado — Entonces me pareció que sería lindo regalarles algo más íntimo.

— ¿Algo más íntimo que apadrinar la decoración y los anillos? — preguntó divertido el alfa.

Las mejillas del menor se tornaron de un rosado suave.

Él mismo se había ofrecido a pagar todo el evento, y sus amigos se habían negado de forma amable. Pero al ver lo decaído que quedaba el menor, accedieron a que apadrinara la decoración, y tras muchas insistencias, al final también habían accedido a que apadrinara los anillos de boda.

— No es como que sea un molestia, o demasiado costoso... — murmuró con un puchero el castaño — Después de todo será una ceremonia pequeña, solo para familia y amigos cercanos.

— En eso tienes razón. — accedió el pelinegro al tiempo que se ponía de pie y se ponía su chaqueta — Vamos a caminar un poco, para que te baje el helado, y luego podamos buscar algo de comer.

Jimin asintió de mala gana, y tomó la mano que le extendía el mayor para ayudarle a ponerse de pie. Y sorprendentemente, no la soltó el resto del camino a la salida, ni cuando estuvieron fuera de la heladería, haciendo sentir feliz al alfa, y poniendo cálido el pecho del omega.

Caminaban de forma un poco lenta, con el omega observando las enormes vitrinas de los locales, viendo todas las cosas que probablemente no necesitaba, pero sí quería. Iban en silencio, hasta que llegaron a una tienda para bebés, y el menor se detuvo frente a esta.

Por algo Tinder no es RosadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora