Él no quería enfrentarse a un Jimin enojado.

Ahora estaba frente al departamento de su novia, con sus chocolates favoritos, y un ramo de rosas amarillas, porque tal y como el alfa pálido le había aconsejado, buscó unas que tuvieran el significado que deseaba. Perdón. Pero sobre todo, estaba allí, dispuesto a no volver a cometer el mismo error otra vez.

Realmente se había olvidado de ir por la fémina a su trabajo por algo muy estúpido; un idiota había perdido casi todas las grabaciones de su nuevo álbum, y tuvo que hacerlas nuevamente desde cero, lo cual, debido al estrés, le hizo olvidar rotunda...

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Realmente se había olvidado de ir por la fémina a su trabajo por algo muy estúpido; un idiota había perdido casi todas las grabaciones de su nuevo álbum, y tuvo que hacerlas nuevamente desde cero, lo cual, debido al estrés, le hizo olvidar rotundamente estar pendiente de la hora. Cuando vino a reaccionar, ya eran las once de la noche, y tenía tres llamadas perdidas de la pelinegra. Él le llamó de regreso, y esta le contestó al segundo tono, bastante molesta, pero sobretodo decepcionada. Lo cual era comprensible, él se había comprometido, y había fallado.

La muchacha de tez blanca, abrió la puerta, literalmente en pijama; se sorprendió y ruborizó al ver a su novio allí de pie, con un ramo de rosas, y vestido casi que elegante. – comparado a lo que acostumbraba usar–

— Oppa, ¿qué haces aquí? — preguntó confundida.

Se hizo a un lado, para que el mayor pudiera entrar. El olor a nervios enterneció a la fémina.

— Yo... Quería disculparme. — dijo el moreno, en cuanto la pelinegra cerró la puerta — Realmente lamento haberte hecho esperar casi dos horas, para que al final tuvieras que irte sola. En serio lo lamento.

JiEun sonrió.

Tomó el ramo con delicadeza, disfrutando muchísimo su aroma. Lo puso sobre la mesita del recibidor, y luego hizo lo mismo con caja de chocolates. Se enderezó, y vió de forma fija al otro alfa.

— No te preocupes, cariño. — dijo suave — Con tal que no se vuelva a repetir, es suficiente para mí.

Y seguidamente se abrazó al cuello del –ligeramente– más alto, y le besó. Jay se tardó un par de segundos en corresponder, pero cuando lo hizo, abrazó por la delgada cintura a la menor, y devolvió el beso con cariño.

Ambos sonreían luego de separarse.

— ¿Tienes planes para el resto de la tarde? — preguntó la fémina.

— No, realmente. — murmuró el castaño — Realmente creí que me mandarías a volar. — rió.

— Si hubieras venido ayer, si lo hubiera hecho. — rió también la alfa — Pero ahora ya estaba más tranquila.

Tomó los regalos, y los llevó consigo, para ponerlos a salvo, con su novio siguiéndola de cerca.

— Entonces fue muy sensato venir hasta hoy. — rió.

— ¿Quieres que pidamos sushi ó pizza? — preguntó la pelinegra, mientras acomodaba las rosas en un florero.

— Pizza, la vez pasada comimos sushi. — respondió.

Por algo Tinder no es RosadoWhere stories live. Discover now