—Quizás la palabra secreta la idearon después de darse cuenta. Además... la fe de Gabriel... Aun diciéndole que no quería salir más con él, parecía aferrado.

—¿Habláis de mí? —pregunta el nombrado acercándoseles con su sonrisita.

—Es imposible hablar de otra cosa últimamente.

Gabriel sonríe de un modo un poco atemorizante.

—¿Qué? —pregunta Miguel.

—¿Y no hay algo que queráis decirme sobre los acontecimientos de esta tarde?

Uriel gira cara sonrojándose un poco.

—Ya te he explicado lo que intentábamos —susurra Miguel sintiéndose un poco culpable.

—Aun así, mentirme a mí... romperle el corazón a Belcebú. No estoy muy contento.

Miguel hace los ojos en blanco.

—Engañarme para darte mi "apoyo incondicional"...

—No te he engañado.

—Sí me has engañado.

—¿Dónde está el engaño?

—Has insinuado que no me arrepentiría.

—Y no lo harás, pero no aun.

—¿Lo dices ahora que puedes prever el futuro, señor de Belcebú?

—Sí —le sonríe.

Mira a Uriel de reojo porque la reacción es diametralmente distinta a la suya. Uriel carraspea con ese sí tan directo sin vacilar a pesar de cómo le ha llamado.

—Creo que nos debéis una disculpa. Especialmente a ella.

—Una disculpa... —¡Miguel opina que también le debe a ella una disculpa por decir lo que dijo así frente a todos!

—¡Yo no pienso disculparme ante ningún demonio! —chilla Uriel.

—Gabriel... pensé que en algún punto habías aprendido ya a elegir tus batallas.

—Que a ti esta no te parezca importante no significa que no lo sea.

—Un Arcángel jamás se va a disculpar con un demonio. ¿¡Cuándo se disculpó ella con ligo por robarme mi cuerpo y ultrajarlo en navidad?!

—De hecho, justo disculparnos es lo que nos diferencia de los demonios.

—¡No vamos a disculparnos con Belcebú por hacerte a ti un bien!

—No ha sido un bien.

—Lo hubiera sido. Estas demasiado enamorado.

—Es que... ¿qué pensabais? ¿Que no íbamos a volver a hablarnos nunca más? ¿Qué podíais venir y decirnos "se acabó" sin que fuéramos a hacer nada?

—Pues... ¿para qué ibas a volver a hablarle si te decía que se acabó?

—¿Y para qué te iba a volverte a hablar ella con el corazón roto?

—Para asegurarse.

—Bueno, pues... nada. Ganó esta vez.

—Y por eso bajareis a pedirle disculpas, prometeréis no repetirlo y la ayudareis en algo que os pida...

—¿Qué? ¡Ni hablar!

—Claro, claro... y le lavaremos los pies y nos humillaremos frente a ella... ¿no quieres que de una vez nos mate?

—No.

—Gabriel, ¿tienes alguna idea de lo mal que se vería si fuéramos al infierno a DISCULPARNOS por esto?

Sin Cityजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें