Sin importar lo que hiciera, siempre terminaba mis días cenando en mi restaurante favorito su comida favorita, al menos la que recordaba que lo era. Llegué a pensar que sí daba lástima la manera en la que aún lo recordaba, no sé si yo seguía en sus recuerdos pero no entiendo cómo él no salía de los míos. Joaquín, ¿qué me diste?

Llegué al restaurante al rededor de las 8:00 p.m. Siempre reservaba para dos con la esperanza de que mágicamente algún día él llegara y cenara conmigo, pero nunca fue así. Tomé asiento y rápidamente alguien se acercó para atenderme.

La misma mesera que me había atendido los últimos siete meses lo hizo de nuevo. Sabía lo que pediría pero aún así me daba el menú; y aún así yo lo leía como si fuese a pedir otra cosa

Ella era algo joven, su apariencia me hacía pensar que tenía unos 21 años, de estatura promedio, el cabello aunque siempre lo llevaba recogido parecía ser lacio y en un todo castaño oscuro. Sus ojos eran pequeños y cuando sonreía parecían desaparecer de su rostro el cual era casi perfecto, lucía suave a pesar de que nunca lo había tocado. Sus labios eran pequeños y su nariz lucía respingada. No importando la ropa que usara siempre traía consigo un delantal en color negro con un par de bolsas al frente en las que guardaba su bolígrafo y una pequeña libreta para sus notas.

Ya iban siete meses desde que la conocía pero ella nunca me había reconocido como Emilio, no sé si era porque realmente no sabía quién era o decidió darme espacio y respetar mi vida privada cada vez que acudía a cenar ahí.

Después de que me dio la carta con el menú e informarme el platillo del día, se retiró y regresó como diez minutos después para tomar mi orden.

- ¿Ya sabes lo que vas a pedir? - sacó su cuaderno para empezar a escribir lo que yo pidiera. Aunque seguramente ya sabía.

- Lo mismo de ... -

- ¿Emilio? - esa voz me interrumpió y no pude seguir ordenando. Era una voz masculina que sonó justo tras de mí. Pensé se trataría de algún fan pero me llevé una sorpresa al ver a ese hombre alto y moreno.

- ¿Francisco? - me puse de pie para poder estrechar su mano y envolverlo en un abrazo. Era él, ex empleado de mi padre al que había despedido por cubrirme de mi relación con Joaquín.

- ¡Qué sorpresa encontrarte por aquí! - me abrazó - Hace tanto que no te veo... Al menos no en persona. Ya supe que estás en conciertos -

Asentí con una sonrisa en mi rostro, nunca imaginé que lo volvería a ver, al menos no en persona como él lo dijo. Supe hace poco había abierto junto con otras personas una disquera pero aún no lo había felicitado por eso. Y mucho menos me había puesto en contacto con él.

- ¿Y vienes con alguien? - giré mi cabeza en varias direcciones tratando de encontrar su compañía - ¿O quieres cenar conmigo? -

- En realidad tenía una cita pero me cancelaron a último momento y como ya había reservado vine solo - se encogió de hombros - Creo que puedo cenar contigo -

Tomé el asiento que anteriormente y durante dos años había estado vacío para invitar a Francisco a sentarse ahí. En ese momento recordé que la mesera seguía esperando por mi orden.

- Ah, sí. Lo de siempre - me dirigí a esa chica de nombre aún desconocido para mí. Su cara era de confusión pero intentó disimularlo sacando rápido su libreta y comenzando a anotar.

- ¿Vienes seguido? - Francisco tomó la carta del menú que estaba en la mesa.

- Larga historia - solté un suspiro largo recordando el motivo de mi visita.

Francisco indicó a la chica lo que quería y ella se retiró, así nosotros pudimos seguir hablando.

- Y ese suspiro... ¿tiene algo que ver con la larga historia? -

After [Emiliaco]Where stories live. Discover now