[F I N A L]

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Christopher se encuentra caminando de un lado a otro, ha llegado lo más rápido que sus piernas le permitieron. El lugar no era cerca, pero tampoco estaba tan lejos. No contaba con dinero suficiente para ir en un taxi, sin embargo, las veces que corrió en maratones fueron de mucha ayuda.

—¿Ya me dejará verlo? ¡Es importante!

El oficial detrás del mostrador hace caso omiso.

—En un minuto.

—¡Lleva diciendo eso desde hace veinte minutos! ¿No entiende lo que significa urgencia o importancia?

Christopher muerde las cutículas de sus dedos impacientemente por no ser atendido. Ni bien llegó entregó la pequeña memoria al primer policía que vio, asegurando que Erick Brian Colón Arista lo enviaba. No supo qué responder cuando preguntaron la razón, estuvo a punto de ser rechazado. Hasta que el oficial de la vez pasada que cayó a la madre de su amigo lo atendió con el ceño fruncido y llevó aquella valiosa prueba a otra parte.

Y lo dejaron en la espera de algo que no conocía.

Los segundos pasaban sintiéndose como horas interminables.

Un hombre de cabello blanco y bigotes llega hasta el adolescente, sujetando su brazo y entrándolo a su oficina.

—¿Quién te dio esto?

—M-Mi amigo... Erick. ¿Es grave? —pregunta en un bajo susurro sintiendo una incomodidad en su pecho. Solo observa cómo baja la cabeza y suspira fuerte—. ¿Qué contiene? ¿E-Es muy grave?

Los ojos azules chocan con los suyos causando incomodidad.

—Hemos detenido a una persona inocente.

Christopher recuerda las palabras de Erick.

—Joel Pimentel es inocente —asegura mientras su labio inferior tiembla—. ¿Qué tiene esa memoria?

El hombre evade las preguntas, tomando el teléfono fijo que está en su mesa de madera, habla cosas que el menor no entiende y solamente lo confunden.

Con miedo pregunta si pueden dejar que lo vea, ni bien recibe una respuesta afirmativa esboza una sonrisa de felicidad sin saber lo que se avecina.

No sabe cómo luce porque su amigo jamás lo mencionó salvo hoy, antes de que se marchara.

—Tengo permiso de ir a verlo —anuncia con determinación, recibe un bufido.

—En un momento lo traerán.

—¡Pero puedo ir!

—Te callas o haré que te retiren.

Cruzándose de brazos se dirige a unos asientos. Un minuto más tarde distingue a un joven de cabello rizado que mira hacia todos lados con preocupación, angustia palpable que llega hasta él.

—¡Oye! ¡Joel Pimentel! —llama ignorando la mirada de advertencia del mayor, levanta una mano y vuelve a sonreír.

—¿Quién eres?

—Soy Christopher, amigo de Erick.

—¿Conoces a Erick? —inquiere sorprendido, esperando por sus cosas antes de ir a casa del menor para asegurarle que ya es libre sin saber el motivo.

Christopher asiente feliz, aunque luego hace una mueca.

—Él me dio una cosita pequeña que debía entregar, dijo que así podían quitarte los cargos.

Joel queda anonadado, pasmado y totalmente en blanco por las palabras que se filtran a sus oídos. Se tambalea un poco, siendo sostenido por el menor que lo ayuda a mantenerse de pie.

Ganaste un amigo || JoerickWhere stories live. Discover now