[C A T O R C E]

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No entiendo cómo es que terminé dentro de una bonita cafetería cuando debería estar ocupando el asiento de siempre en el salón de clase.

Oh. Ya recuerdo.

Maldito hombre caritativo.

—Cuéntame algo —pide, cruzando las manos sobre la blanca mesa.

Sonrío, asintiendo un poco después de golpear mi barbilla con el dedo índice en señal de estar pensando.

—Uno, dos, tres, cuatro, cinco... ¿Quieres que siga? Se contar a la perfección —respondo con sarcasmo.

—Mocoso atrevido —masculla por lo bajo.

Me encojo de hombros, agarrando la taza y soplando un poco para no quemar mi lengua. Después de dar un breve sorbo, limpio mis labios para seguir hablando.

—Bueno, también soy insolente.

—Lo noté.

—¿Qué quieres saber de mí, Joel? ¿La hora en que voy al baño? ¿Si todavía mojo la cama? —pregunto frustrado—. Déjame recordarte que para ti soy un niño, supongo que esas son las más básicas.

Lleva ambas manos a su rostro, masajeando el puente de su nariz y respirando pausadamente.

Me dedico a beber el café que pidió para mí, aunque es muy amargo a mi gusto, pero no dije nada. Simplemente acepté porque realmente está portándose de maravilla a pesar de cómo lo he tratado en los últimos minutos.

—Iré a pagar —murmura, arreglando su saco y dejándome solo en la mesa para dos.

Una sensación de incomodidad aparece en mi interior.

Dios, ¿por qué seré así? ¿No me pudiste hacer con un poquito más de tacto? ¿Tal vez menos jodido?

Me encantaría sacar el móvil y enviar un mensaje a ese chico desconocido, pero no lo traigo conmigo, ni siquiera recuerdo dónde lo dejé. Solo porque mi cabeza está pegada a mi cuello no la olvido.

Termino el café, moviendo una de mis piernas en un vago balanceo en tanto espero que el hombre regrese.

¿Sería capaz de dejarme aquí solo?

Bajo la mirada a la taza, preguntándome si sería bueno tirar agua caliente sobre Johann la próxima vez. Es asqueroso en todos los sentidos. Realmente maldigo la hora en que mi madre engañó a papá y trajo a ese sujeto a nuestra casa.

—Vamos —su voz ronca hace termine dando un salto en la silla, golpeando mi rodilla contra la mesa.

—¿Por qué no te colocas un cascabel en el cuello? Así sabría en qué momento apareces.

Salimos del acogedor lugar. Mis pasos son más cortos y voy despacio para no gritar ante las leves punzadas que siento en mi tobillo.

—¿Podrías darte prisa?

—No... me duele —admito avergonzado.

Resopla molesto, acercándose a grandes zancadas hacia mí y tomándome entre sus brazos como si fuéramos una flameante pareja de recién casados.

—Te llevaré a casa —anuncia, dejándome dentro del vehículo.

Rápidamente pienso en Johann.

—No. Déjame en el parque.

—Como quieras.

Ahora que ella no está, deseo con todas mis fuerzas dejar de existir.

***
Bueno, a partir de aquí son capítulos nuevos. Les dejo el dato porque la historia es del año pasado, sin embargo, la mandé a borradores.

En fin.

¿Quieren un desarrollo rápido o lento?

No tengo problemas en escribir muchos capítulos, porque la realidad es que no tengo un final, ni siquiera supe cómo continuar, creo que por eso la quité. Si les parece, ustedes pueden ayudar en lo que les gustaría que pasara más adelante.

Besos 💕.

Ganaste un amigo || JoerickWhere stories live. Discover now