[V E I N T I O C H O]

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Lo primero que llega a mis pensamientos cuando abro los ojos es que fallé.

Sigo vivo.

Mis músculos duelen, no sé cuánto tiempo estuve dormido, pero parece mucho porque Joel aparece en mi campo de visión vistiendo con un pijama negro.

Tiene las mejillas húmedas, ha curado sus heridas. Una genuina sonrisa aparece en sus labios mordisqueados.

—Despertaste —susurra, toma asiento a mi costado manteniendo una escasa distancia, lleva su mano a los cabellos que reposan sobre mi frente—, el doctor dijo que no estás muy bien alimentado, te desmayaste.

—Creí que iba a morir, era lo que deseaba.

—Erick —reclama con enfado.

Ignoro su voz.

—¿Crees que él me pueda ayudar? —Mi pregunta sale titubeante de mi boca, muy en el fondo una vocecita opina distinto a mí—. ¿Harías ese favor para mí?

Se aleja como si mi presencia le fastidiara, caminando como un animal enjaulado por la habitación del hotel, tironea de sus rizos y ahoga varios gritos de frustración.

—No sé para qué quieres intentarlo, soy inservible. No te ates a mí.

—¡Deja de decir! —explota, ocasionando que salte del susto.

—Y tú deja de ayudarme, no lo valgo.

Da grandes zancadas hacia la cama y es ahora cuando pienso que fue una mala idea enderezarme y recostar mi espalda en la cabecera. Es instinto, uno que gané para que Johann no golpee mi rostro, así que lo cubro.

—H-Haré lo que sea, pero... pero no me pegues —suplico.

—Erick, no —llama despacio.

Mi vista se vuelve borrosa de un momento a otro, es la cínica sonrisa de Johann que me da la bienvenida y en un grito exige que quite toda mi ropa, lo único que puedo hacer es obedecer.

Entre sollozos tomo el borde la camiseta de dormir, pero antes de subirla soy detenido.

—Johann —menciono a la sombra que continúa cerca de mí.

—Para... soy yo.

—No me pegues.

Reacciono cuando me abraza, espabilo esos infaustos recuerdos de cuando tenía trece años, mi regalo de cumpleaños por parte de él fue un duro golpe que no me permitió comer por varios días y tuve que mentir a mi madre diciendo que me había caído.

—Tranquilo, cielo. Nunca te lastimaré.

—Joel...

—Voy a ayudarte, es una promesa.

—Tengo miedo —reconozco aferrándome más a su cuerpo, escondo mi rostro en el hueco de su cuello, empapando su piel con las gotas saladas—, n-no me dejes.

Sueno desesperado, sí.

—No lo haré.

Cenamos algo ligero, mi estómago se muestra recelo y ante el mínimo olor me provoca náuseas. Joel se preocupó mucho, llamó al doctor y él le dijo que era normal porque apenas he comido antes. Además, no es la primera vez que me sucede.

Al principio Joel se mostraba reacio a acercarse, fui yo quien en un vergonzoso susurro pidió un abrazo. Para fortuna de mi corazón no fue rechazado.

Pienso en ese desconocido de internet, al cual he dejado de lado por ahora, en todo lo que produce en mí. Y tal vez, solo tal vez, haga caso a esa molestosa vocecita.

—Creo que me gusta alguien —murmuro apenas audible.

Joel se mueve hasta que su pecho se pega por completo a mi espalda, dejando un beso en mis cabellos.

—Empiezo a creer lo mismo.

***

Lamento la tardanza. Espero que les guste.

Besos.

Ganaste un amigo || JoerickWhere stories live. Discover now