[V E I N T I T R E S]

765 115 38
                                    

Apago la luz y cierro la puerta detrás mío, esquivando la mirada de Joel porque es como si supiera que algo malo estaba por ocurrir.

Me dirijo a la cama, llevando el celular en una mano para apagarlo y ponerlo sobre la mesita de noche. No quiero que nada interrumpa mi sueño.

—Lamento no tener ropa para ti —murmuro.

—Estoy bien así —anuncia con una sonrisa, dejando la chaqueta a un costado.

Por ahora no se escucha ningún ruido o la voz de Johann, capaz quedó con miedo por la amenaza de Joel, quiero creer que es eso.

Veo como se balancea sobre sus pies, escribiendo a toda prisa en su teléfono y suspirando despacio.

—Puedes... si quieres puedes acostarte.

—No quiero incomodar.

—No lo haces —le aseguro.

Mostrándose un poco desconfiado se acerca, quitando el cubrecama y metiéndose rápido para después taparse como si fuese un niño temeroso. Su actitud ocasiona que suelte una carcajada y creo que es la primera en todo el día.

No tengo intenciones de volver mañana a la escuela, así que me permito ver esos programas que siempre ignoraba. Tampoco planeo quedarme todo el día en casa, supongo que ya se me ocurrirá algo y pasaré el día lejos de aquí.

Joel tampoco parece querer dormir, está riéndose escandalosamente ante la torpeza del personaje. Volteo el rostro y quedó petrificado mirando su perfil como esa vez.

Es bonito.

Terminamos apagando todo alrededor de las dos, manteniendo silencio cuando la puerta comenzó a sonar con violencia. Sólo fueron cinco minutos, después se rindió y se fue, no sin antes insultarme.

—Descansa —susurro dándole la espalda.

No puedo dormir, pero tampoco quiero que me escuche llorar. No soy ninguna prostituta como me llamó Johann, pero igual se siente un dolor desagradable en mi estómago.

—A los quince años tuve mi primera novia —cuenta despacio—, la primera en todo.

Volteo a pesar de que no puedo verlo por la falta de luz.

—¿Dónde está ella?

—Muerta.

Carraspeo incómodo.

—Éramos adolescentes que jugaban a ser adultos, conocía lo que ella quería que conociera. Nos descuidamos dos veces y terminó embarazada. Fue un poco chocante, apenas llevábamos tres o cuatro meses saliendo y ya seríamos padres —puedo distinguir que su voz por momentos se apaga—. Le contamos a mi madre, me regañó mucho, pero al final decidió apoyarnos. Sugerí hablarlo con sus papás, afirmar que iba a hacerme cargo de ese bebé que venía en camino, pero siempre ponía excusas.

—No me cuentes si te pone triste.

Ignora deliberadamente lo que digo.

—Desconocía por completo su casa, pues siempre nos veíamos en la mía o en cualquier otro lugar como la escuela principalmente. Comencé a preguntar a sus amigas, ninguna sabía la dirección. Sé que hice mal, pero terminé siguiéndola ese día —hace una pausa antes de continuar—. Su hogar era muy modesto, de un solo nivel y tamaño pequeño. El hombre... el hombre que salió por la puerta la sujetó con fuerza del cabello e hizo que ingresara sin importarle sus súplicas. Quedé petrificado, totalmente en blanco porque era la primera vez que veía un tipo de abuso hacia una mujer.

Sé a dónde quiere llegar, intuyo algo y no quiero que siga.

—Joel...

—Era su padre. Debí irrumpir en su casa, pero no lo hice, más bien corrí lejos de ese sitio. Las semanas iban pasando y su cuerpo cada vez tenía marcas que yo no dejaba. ¿Quién en su sano juicio se atrevería a golpear salvajemente a una adolescente embarazada? —la rabia se filtra y me estremezco un poco—. Como quisiera regresar el tiempo y matar a esos animales.

¿Esos?

—Los ultrasonidos no eran agradables, la doctora solamente decía que el bebé estaba en pésimas condiciones y si ella no se cuidaba mejor podía perderlo en cualquier momento. Fuimos a mi casa, con lágrimas en los ojos empezó a contarme todo. Desde los diez años era violada por su padre, su hermano y dos de sus tíos.

Mi corazón se oprime, con el dorso de mi mano limpio las lágrimas.

—Me enojé con ella, sabiendo que no era la responsable de eso. Le grité cosas muy feas que hasta el día de hoy no me puedo perdonar, aunque ella sí lo hizo. Estaba frustrado, dudando del bebé que llevaba en el vientre. Mi actitud fue la peor. Recuerdo que mamá ingresó a la recámara preguntando por los gritos que estaba dando, le conté todo delante de Noelia que solamente lloraba y pedía perdón. No era su culpa. Nunca lo fue —vuelve a quedarse en silencio, escucho como sorbe su nariz—. Dejé de verla, no sé por qué, pero simplemente no quería estar cerca de ella. A la semana siguiente me enteré por una de sus amigas que se había quitado la vida. No solo perdí a mi novia, sino también a mi bebé. Tiempo después me llegó una carta que ella escribió porque sabía que iba a dejar este mundo antes de poder disfrutarlo como debía. Adjuntó una prueba de paternidad y terminé por destruirme.

Estira su mano hasta tocar mi rostro húmedo, tratando de calmar mis hipidos.

—Tienes razón, no sé lo que sientes tú porque no me tocó vivirlo, pero mi novia sí y sufrió mucho por culpa de cuatro seres inescrupulosos.

—Joel...

—Sé que no es fácil, para mí no lo era cuando tenía que ver los golpes en su cuerpo o cuando escribió que la perdonara. Pero quiero que al menos lo intentes, tienes mucho por vivir.

—No era su culpa —susurro.

—Tampoco tuya, pequeño. 

***

Séptima actualización seguida. Perdón, no tenía planeado esto, se me ocurrió de un momento a otro y lloré mucho mientras escribía.

¿Cómo les gustaría que termine?

Besos.

Ganaste un amigo || JoerickWhere stories live. Discover now