Capítulo 24: Tropiezos del destino.

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—Buenos días, soy su nuevo profesor de historia, pueden llamarme señor Gerber. Debido a unos inconvenientes con su anterior maestro tendremos unos nuevos cambios en nuestra planificación, así que no serán necesarias las presentaciones a estas alturas.

Sonreí con satisfacción al ver que mis protestas con el director habían funcionado. Con la cabeza recostada en mí palma observé al nuevo profesor hacer su trabajo sin prejuicios de por medio. Fue difícil, la encargada no me dejaba pasar a la oficina del director, pero creo que mis gritos llamaron su atención pues salió disparado con un semblante total de desconcierto.

Le había explicado mis motivos, mis razones y sobre todo mis intereses. En todo momento el director me escucho con una expresión de completa seriedad y atención. Me dijo que iba a hacerse cargo y si lo que decía era cierto no iba a meterme en problemas. Por supuesto que todos los estudiantes que estuvieron presentes sirvieron de testigo para que despidieran a ese imbécil. Mí pelea con ese profesor sirvió para que los estudiantes se revelarán.

Fuera de eso, habían pasado muchas cosas el día de ayer. Por ejemplo: mí reputación se fue a la mierda.

Bueno... Ya era algo esperado, desde que ese profesor dijo mi nombre y mi departamento los chismes sobre mí no dejaron de circular por toda la academia. Era catastrófico.

Los chismes corrían más rápido que en la capital, y todo por lo que me esforcé en ocultar salió a la luz más rápido de lo qué esperaba.

Era capaz de arruinar mi vida social, pero no mi futuro académico que probablemente nos salvé a mí y a mamá.

Cómo siempre, Balder se mantenía distraído a las palabras del profesor, su mirada estaba pérdida en un extraño dibujo que hacía sobre su libreta. Eran un montón de líneas sin forma, pero algo le tenía que sacar.

— Deberías prestarle atención al profesor— susurré lo suficientemente fuerte para que me escuchará— aunque no es mí problema, puedes hacer lo que quieras.

—Sí, puedo hacer lo que quiera. Cómo preguntarte qué demonios sucedió ayer con el presidente— susurró de vuelta, con una sonrisa traviesa.

— Creí que nos estabas espiando.

—Pues sí, no me iba a perder ese espectáculo. Y menos mal que te seguí, ¡Eso fue genial!— susurró un poco más alto, dejándose en evidencia.

— Te habría agradecido si me hubieras informado que ese chico era el presidente.

—No lo sé, te veías muy segura — replicó— y me sorprendiste al tratar de enfrentarlo, no podía moverme por la tensión— Balder dejo todo lo que estaba haciendo para mirarme completamente cómo sí estuviéramos en un lugar para sacar conversación casualmente— pero dime algo, ¿Te arrepientes de tus acciones?

—Para nada, aunque sea el presidente del consejo estudiantil y un año mayor no tiene porqué ser tan idiota al tratar con otros.

—Entonces no pasa nada— resopló con una sonrisa— sí no hay culpa, no fue un error.

De pronto, un carraspeo no disimulado nos hizo voltear siguiendo el llamado. El profesor nos miraba a mí y a Balder con molestia.

—Disculpen, ¿Pero les gustaría compartir algo con la clase?

Me mantuve erguida.

La idea era demostrar que sí estaba prestando atención a la clase, así que estaba dispuesta a levantarme y decir lo poco que había entendido. Pero para mi sorpresa Balder se levantó primero sacando un suspiró de unas estudiantes sentadas en los escritorios de arriba. ¿Qué tenía de atractivo? para mí era de lo más común, aunque algo debe de tener, probablemente en el pasado también habría causado algún efecto en mí.

La elección de la diosa Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora