Capítulo 40: Los protectores de la academia.

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Narrador omnisciente.

-¿Y ahora qué coño te pasa?

-Me siento inquieta- dijo la ninfa, con un tono de voz preocupante- no siento a Kilght, en cambio si la magia de la noviecita esa tuya...

-¡Eh, eh! Espera... ¿novia?- ojalá, pensó Athen- Sinnah no es mi novia... aún.

-Desde que despertó días después de hacer ese hechizo, no siento a la mayoría de las criaturas del bosque- admitió- cuando me fuí, todo estaba en equilibrio, pero todos se alejan como si escaparan de algo.

-No crees que Sinnah tenga algo que ver, ¿verdad?

-No lo creo, solamente tuvo su despertar mágico, era de esperarse después de todo lo que paso- asintió, recordando cómo conoció a Sinnah- pero... Es diferente.

-Nerea, ya te he dicho millones de veces que conmigo hables claro- Athen rodó los ojos, cansado de tanto acertijo- si tanto te preocupa, ¿Por qué no vas y averiguas qué sucede?

-¡Por qué...!

Mucho antes de que ella terminará de hablar, un temblor sacudió toda la academia sacando gritos despavoridos de los estudiantes. Sinnah, quién se encontraba en la enfermería después de la quemadura de su brazo, despertó sobresaltada observando como la enfermera gritaba que no entrara en pánico.

-¡¿Qué cara...?!- gritó Balder, después de que el vaso de agua que intentaba tomar se derramará por todo su uniforme.

-¿Qué pasa?- preguntó Sinnah, quitándose los pañuelos mojados de su frente.

-¿No ves? la cama se está sacudiendo por mi belleza- dijo Balder con sarcasmo- ¡Está temblando, idiota!

La enfermera a pesar de estar recogiendo todos sus suplementos del suelo, regaño a Balder por su tono de voz con una paciente. Sinnah no llevaba más de un día ahí, después de presentar una fiebre pequeña, ya se encontraba mucho mejor luego de un día entero de descanso.

¿Un temblor? Era poco común desde hace muchos años.

Sin pensarlo mucho y haciendo caso omiso a las advertencias de la enfermera que llevaba días cuidándola. Sinnah salió corriendo junto a Balder de la habitación observando como otros estudiantes salían despavoridos de la misma forma. Algunos con más calma.

Agradecía que Balder se tomará la molestia de visitarla esa mañana. Casualmente despertó observando como el castaño se comía su desayuno sin preguntar, y que buena forma de pagarlo. Todo su uniforme estaba mojado por glotón.

Cuando llegaron a fuera, el par de amigos tanto como la ninfa y el príncipe estaban en el mismo lugar. Pasmados, observaron como una extraña criatura golpeaba una y otra vez la barrera que protegía la academia, sacando choques de magia y gritos de susto por parte de los estudiantes.

-¿Por qué?- susurro Nerea, con los ojos bien abiertos- no puedo sentirlos, ellos no me reconocen.

-¿De qué hablas?

-Son criaturas de Everdow Athen, pertenecen al bosque Camsylot.- Dijo, para alterar de la misma forma al muchacho a su lado.

-Si son de Everdow, ¿Por qué llegaron tan lejos?

-Eso es lo que ni puedo entender, la única forma en la que ellos pudieran salir es que se haya roto la barrera mágica, pero es imposible a menos qué...- Nerea, consiente de lo que dijo empezó a temblar. Culpable.

-A menos que su protectora ya no esté con ellos- completó Athen, fulminando con la mirada a la mujer, que por primera vez se veía angustiada.

La criatura tenía más de dos ojos, tenía garras y unos dientes que podrían masacrar a cuatro estudiantes juntos. Además de eso, se veía angustiado, desesperado. La fuerza con la que golpeaba la barrera provocó que se formaran unas grietas dudando de que pudiera resistir por más tiempo, y para empeorar la situación, otro de ellos se les unió.

La elección de la diosa Where stories live. Discover now