Capítulo 9: La hija de la diosa.

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Todo el mundo se regocijaba y celebraba. Menos una persona.

Sinnah se mantenía encerrada en su habitación, con un libro entre sus manos analizando la práctica de la espada una y otra vez. Aún sin superar que todo se repitiera podía escuchar desde su ventana como las personas de la mansión celebraban que su pequeña dama fuera elegida.

—Señorita...— llamó Leslie desde la puerta de la habitación— lo lamento, pero no a llegado ninguna carta para usted— admitió con pesar.

—¿Cómo está mí madre?— pregunté sin apartar la mirada del libro.

—Su madre dice estar enferma y se encuentra descansando en la habitación.

—Ya veo...

No sé porque le hice averiguar sí no había llegado ninguna carta desde el palacio imperial, fue estúpido. Hace unos días, mucho antes de que hiciera la prueba de la diosa, me llegaron muchas cartas del palacio escritas por la misma emperatriz Katherine. Ahora que no fuí elegida, su candidata a prometida para su primer hijo quedó en el olvido.

No estaba decepcionada, ya había pasado por ésto, pero me molestaba seguir escuchando como todos los nobles en el jardín hablaban en voz alta de como Halia se había convertido en la hija de la diosa.

Había postres y bebidas sin fin en una gran mesa, los hombres se reunieron en una mientras que las mujeres estaban en otra adulando a Halia. Pero podía escuchar los chismes de algunas buscando intimidar; usted es solo una bastarda, debe de ser un error.

A nadie le gustaba que le recordarán su lugar, así que observar desde mí ventana como Halia respondía a todo de forma inmadura solo me hacía bufar de fastidió. Cómo sí nuestra reputación fuera buena.

—Le pregunté a Lysan sí tenía alguna novedad del pueblo, señorita— escuché atentamente la voz de Leslie narrando su conversación con Lysan, el cartero— me dijo que los Roubert son la bomba en el pueblo, todos hablan de la nueva hija del conde y sobre quién heredará su título, pero también hay muchas historias interesantes.

—¿Qué tipo de historias?— pregunté interesada, Leslie por fin entro a la habitación con mí permiso.

—Dicen que la señorita Halia es la nueva candidata a esposa del primer príncipe, también que es una belleza de niña y que al crecer será digna de llamarse diosa. Algunos la apodan la hija de la diosa.

—¿Acaso no es verdad todo?— pregunté sin apartar la mirada del libro.

Leslie guardo silencio ante mí pregunta, pero ella no tenía porque tener miedo de mí, éramos como hermanas y aunque las cosas hubieran cambiado quería ser cercana a ella de nuevo.

—Leslie —la llamé— no me importa sí Halia se convierte en la nueva prometida de el príncipe, prefiero eso a un matrimonio sin amor con alguien que no siquiera he conocido. Además... Sí a las personas les gusta llamarla de esa forma no me afecta a mí, así que no hay problema con nada.

—Señorita...

—Ahora tengo que concentrarme en mís estudios, después de todo eso sí es algo en lo que no me voy a dar por vencida, ¿No lo creés?— le sonreí señalando el libro que llevaba rato leyendo, sacando una sonrisa de Leslie.

—¡No se dé por vencida señorita Sinnah! Puede que muchos apoyen a la señorita Halia, pero mí lealtad siempre estará con usted.

—Leslie...— susurré sorprendida.

— Además, es muy extraño que todos de pronto andén adulando a la amante del conde y a su hija, ¿Qué tienen en la cabeza? Su belleza es mil veces más tierna que la de esa niña come mocos— dijo decidida cruzando los brazos.

La elección de la diosa Where stories live. Discover now