Capítulo 20: En otro lugar, otro destino.

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Mí nombre es Athenias Genevieve de Belghot, pero la mayoría me llama Athen.

¿Príncipe? Un simple bastardo controlado por la emperatriz. En otras palabras, no era nada más que basura para todos.

No me quejaba, desde pequeño me repitieron dónde estaba mi lugar y aunque mí madre dijera que era mucho más que un príncipe ilegítimo, yo entendía que mí padre jamás iba a quererme.

No soy el único, hay muchos como yo. Resultaba curioso como fuera del palacio veían al emperador y a su esposa la emperatriz como la pareja perfecta, pero no eran más que puro montaje de entretenimiento.

Lastimosamente, mí madre se enamoró del emperador cuando aún no demostraba sus verdaderas intenciones, mucho menos era emperador. Un príncipe amable y respetable.

Mamá siempre me cuenta que el emperador de niño era igual a mí, pero yo no le creo. Además, seguir enamorada de tu amor de la infancia me parecía una completa idiotez.

O así fue, hasta que la conocí.

Tan ingenua, tonta, cabeza dura y molesta. Eso era lo que pensaba de la hija mayor del conde cuando la conocí. Cuando ella aprendió montar a caballo gracias a mí solamente pensaba que no quería parecer una tonta al ser rechazada por Fabio, mí medio hermano. Pero fue todo lo contrario.

Su entusiasmo, su mirada de felicidad al lograr algo que se propuso fue bastante satisfactorio, me había gustado ser participé de un aprendizaje. Tal vez solo necesitaba sentirme mejor conmigo mismo, pero lo que sucedió después arruinó todas las emociones sentidas.

Y así como lo positivo llegó como líneas en el viento, un torrencial arrasó con todo a su paso.

Todos en el palacio sabían que el emperador tenía más de un hijo ilegítimo, aún así solo reconoció al único hijo que tuvo su emperatriz. Pero tal vez por lastima o respeto, dejo que mí madre se quedará en el palacio como sirvienta real y me otorgó un trabajo desde una temprana edad en las caballerizas.

Tenía una ventaja mayor sobre otros desafortunados como yo, al menos contaba con un techo y comida. Pero cuando la emperatriz se enteró de que vivía bajo la protección del emperador, me vio como un obstáculo, un estorbo para su hijo el verdadero heredero del reino. Primer hijo y mayor de tantos.

No era tonto, mí madre se quedaba aquí no porque fuera una amiga de la infancia del emperador, sí no por respeto a su país, el reino de Everdow.

Mí madre era la cuarta princesa del reino de Everdow: Liliam Luirasalle.

Everdow era un país donde los mares y ríos sobraban, así que ganaban bastante dinero de la pesca y las piedras que puedan encontrar. Además de un bosque frondoso que ocupaba la mayoría de su territorio. El bosque Camsylot.

Un lugar donde habitan criaturas mágicas y todo tipo de objetos místicos, eso era lo que permitía que la intriga sobre ese pequeño país continuará.

Equilibraba muy bien su economía, tenían buena reputación. Pero en todos esos años no pudieron dar la cara por una de sus hijas. Liliam siempre hablaba de sus tres hermanos mayores, de como siempre jugaban juntos hasta que ella entro al palacio como amiga del emperador. Todos pensaron que ella sería la próxima prometida del príncipe Fabián, pero todo lo contrario organizaron el concurso de las seleccionadas por las órdenes.

Era muy vergonzoso que una princesa de otro reino se convirtiera en concubina, pero nadie le prestó atención. La boda del príncipe Fabián con una pelirroja perteneciente a la orden de Casynap; la diosa de la sabiduría, fue el chisme más grande hasta ahora.

El príncipe no acepto una unión con la princesa de otro reino, después de tantos años preparándola. Pero sí utilizarla para satisfacción propia.

La elección de la diosa Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt