Capítulo 55: Primeros pasos.

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El sol me dió en la cara haciéndome abrir los ojos. La mañana daba comienzo y las voces de las personas se escuchaban a través de las ventanas abiertas. Mire a mi costado para darme cuenta que me encontraba en una pequeña habitación de hospital con otros dos pacientes en camas separadas.

Un pájaro comenzó a picotear la madera entrando por la ventana, su canto termino de despertarme no solo a mi si no también al hombre que dormía con una almohada sobre la cara incómodo.

—Malditos pájaros— se quejó— voy a hacer una sopa con ustedes si no dejan de cantar.

—Buenos días a ti también Balder— dije, riendo por primera vez en la mañana.

Tenía muchos motivos para reír, la primera: Balder tenía un gran parche en el ojo y un gran moretón en el otro, parecía un maleante. La segunda: el pájaro canto más fuerte. Y la tercera: estaba con vida.

Había dado toda mi energía para acabar con Eyri, y aunque lo había logrado esperaba que como consecuencia a eso no pudiera abrir mis ojos por un largo tiempo, en el peor de los casos: para siempre.

Pero estaba aquí, estaba despierta días después y con vida. Sin embargó, la felicidad no duró mucho, pues cuando intenté levantarme ninguna parte de mi cuerpo respondió, como si estuviera paralizada.

—Me dijeron que no podrás mover tu cuerpo por un tiempo— dijo Balder, mirando al techo— esas son las consecuencias de utilizar tanta magia, te quedaste sin energía— me miró— sin embargó, existe la posibilidad de que recuperes la sensibilidad con el tiempo, y podrás mover tus brazos dentro de algunos meses, pero no sabemos si podrás volver a caminar. Todo depende de cómo reaccione tu cuerpo.

Oh no.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos, incapaz de limpiarlas me quedé en la misma posición sin oportunidad de levantarme por mi misma. No podría moverme correctamente por algunos meses, y la posibilidad de volver a caminar era casi nula.

—Sinnah...

No, debía estar orgullosa. Podía respirar, podía abrir mis ojos cada mañana, pero... ¿Valdría la pena vivir en un mundo qué no puedes recorrer?

Por supuesto que sí.

—Esta bien, lo entiendo.

Suspiré calmando mi respiración irregular, Balder me miró transmitiendo apoyo en silencio, mientras que en la otra camilla, Dastan mantenía sus ojos cerrados con un yeso en cada pierna.

Bueno, había otros mucho peor que yo, al menos no tengo ningún hueso roto o dolor muscular.

—El desayuno está listo— la puerta se abrió dejando entrar a una de las enfermeras que nos atendía. Arrastró un carrito lleno de comida y varias bandejas.

—Genial, muero de hambre.

—Si Dastan no se despierta me comeré su parte también— dijo Balder, tomando una de las bandejas que mostraba huevos, fruta, pan, mermelada y una copa de agua.

—Recuerden tomar sus vitaminas, es muy importante— nos aclaró la enfermera— también la medicina para el dolor y la fiebre.

—Eso sabe a muerto.

—No sé a qué sabe un muerto, pero supongo que mal— dije.

La enfermera me tomo por la espalda levantándome de la cama y colocando almohadas atrás para dejarme sentada, ni eso podía hacer sola, era algo incómodo. Luego, tomo un cuenco de avena y empezó a dármelo ella misma.

—Vamos, di: aaahh.

Y una mierda.

De mala gana, acepte que me alimentará con las mejillas encendidas, ni mi mamá hacía esto, por cierto...

La elección de la diosa Where stories live. Discover now