17. JOEL y el juego del espía.

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Joel asintió lentamente. No debía parecer que estuviera bien en absoluto. Por el aspecto que le devolvía cada superficie reflectante Joel tenía un aspecto lamentable; y así debía ser, de hecho.

"Genial".

Según veía, su nariz sangraba y se hinchaba con una herida cerca del puente que le escocía con cada respiración, tenía un labio con una enorme raja y su pómulo era... bueno, su pómulo era una obra de arte abstracto. Nolan le había dejado hecho un cromo.
A Joel le gustaba el peligro, no el dolor intenso. Pero el umbral de dolores que estaba dispuesto a soportar para alcanzar sus objetivos quedaba todavía muy lejano de lo que sentía allí sangrando. Aunque pareciera un cerdo en matanzas Joel estaría dispuesto a dar mucho más.

—¿Llamo a la policía, o a una ambulancia?

Joel negó. Ese amable sacerdote parecía realmente preocupado.

Una buena noticia porque su intención era esa, tener un aspecto tan preocupante que nadie con un mínimo de moral pudiera abandonarle a su suerte. Y así tejería su red de araña traicionera, atrayendo a su objetivo con la pena y atándose con sus raíces como la hiedra.

—Estoy bien —dijo, su voz sonaba rara porque su labio hinchado no le dejaba vocalizar correctamente—. Me he peleado con unos chicos y me han pegado. Pero no se preocupe. He llamado a mi hermano para que venga a buscarme, ¿Puedo esperarle aquí?

—Sí, claro, chico. Si necesitas algo estaré allí dentro ¿vale?

Joel le dio las gracias y vio como el hombre volvía hacia el interior de su iglesia volteando el cuello hacia él cada tres o cuatro pasos para asegurarse de que estaba bien.

Y Joel se quedó a solas de nuevo con Cristo. Manteniendo la calma por fuera y llorando por dentro.

Se arrodilló con esfuerzo clavando las rodillas en el reclinatorio del asiento de madera, tapizado de terciopelo rojo, juntó sus manos haciendo sonar en ese movimiento el reloj y cerró los ojos con fuerza.

Su corazón golpeaba con la fuerza de la música sacra.

Su respiración iba cargada en cada exhalación de una muda súplica.

Cerraba las manos con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en su piel. Su alma se alzaba con el vuelo de la alondra hasta los reinos de Dios para llamar a su puerta con los nudillos, golpeando los cielos con fuerza como había golpeado la puerta de Diego hasta ser escuchado. Rezó, cerró los ojos y rezó.

"¿Señor, por qué nos has abandonado?".

Les explotaban, les usaban hasta que ya no podían obtener más beneficios y luego, con el beneplácito del sistema, vendían sus cadáveres. Bien parecía esa ciudad una granja que dispensaba carne fresca a los asesinos; una gran factoría de sexo y muerte. Un matadero.

Eso había estado a punto de pasarle a él, a Joel, que le entregaría a Dios lo corpóreo de su ser si él lo requiriera, que le entregaría su alma porque suya era.

Y ahora... habían matado a un hombre. Ahora... planeaban hacer cosas terribles que eran necesarias porque nadie más iba a hacer nada, porque Dios debía estar ocupado en otros menesteres y los hombres que debían protegerles eran los mismos que suponían un peligro.

"¿Es este tu deseo? ¿Es este tu plan divino?".

Ojalá así fuera. De ser así Nolan estaría equivocado y Dios existiría; como él siempre había creído, como necesitaba creer.

¿Podía ser posible que la muerte de Sky solo fuese el detonante para que ellos comenzasen la batalla? ¿Era Sky un mártir en la guerra de la providencia para parar las aberraciones que se cometían en esa minúscula ciudad? De ser así Nolan sería su enviado, como el mesías que guiaba la cruzada y él era su apóstol. De ser así... Sky era un héroe, su muerte tendría más sentido que el capricho de un gordo sádico, y gracias a su sacrificio decenas de chicos se salvarían de sus futuros asesinatos.

IF IT HADN'T BEEN FOR LOVEWhere stories live. Discover now