Capítulo IX

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En la casa de los Firgretmann, Adina esperaba pacientemente a Joseph, quien había salido al dentista con su madre sin informarle con anterioridad sobre su compromiso. El caserón estaba completamente solo y a pesar de encontrarse repleto con los más costosos muebles y una fina decoración, el lugar se sentía completamente solitario, era un hogar sin duda, pero carecía de ese calor familiar que ella recordaba y extrañaba a menudo. En el diminuto apartamento de Adina, tampoco se encontraba presente ese sentimiento hogareño, pero todavía se podía sentir el amor de años atrás, cuando su padre seguía vivo. Una casa llena de risas y vida era lo único que recordaba cuando miraba al pasado.

Una curiosidad sin malas intenciones venció al razonamiento de Adina, quien comenzó a revisar todos los rincones de la casa, se dirigió a biblioteca privada de la familia, que sin duda alguna era su lugar favorito en aquel lugar. Habían libros por todas partes, del suelo al techo y de cualquier género que se pudiese imaginar. Con delicadez pasaba sus dedos por las repisas, en busca de un libro que a través de su título logrará llamar su atención.

Mi lucha - Adolf Hitler.

Reconoció al autor enseguida, él era el canciller de lo que se conocía como el Tercer Reich, ese hombre ganó muchísimo poder en Alemania y así como era amado por muchos, también era odiado por muchos otros a quienes no les agradaba el tono hostil de sus discursos cuando se trataba de los judíos. Adina a pesar de ser judía por parte paterna, no había practicado nunca las creencias de su pueblo y luego de la muerte de su progenitor, las pocas costumbres judías que habían en su vida, fueron desapareciendo poco a poco. Abrió el libro con intriga y ni siquiera había culminado de leer el primer capítulo cuando fue capaz de sentir todo el odio y recentimiento que albergaba ese hombre en contra de los judíos. Todo lo que ella sabía de Adolf Hitler se lo debía a su hermano, el cual cada tanto se quejaba de las nuevas leyes que se creaban, mismas que afectaban su economía individual y la oportunidad de trabajar como antes solía hacerlo.

A parte de eso, ella no conocía más nada sobre aquel hombre, cerró el libro con rapidez y volvió a colocarlo en su lugar correspondiente para continuar caminando por la habitación, impresionada por la cantidad de libros que allí se encontraban. Detuvo sus pasos nuevamente al observar en específico uno de los libros, se trataba de ejemplar de Romeo y Julieta, que resultaba ser su libro favorito; un amor trágico que no había podido ser.

Se sentó en uno de los muebles y comenzó a releer el ejemplar, mientras el tiempo pasaba se sumergía poco a poco en la conmovedora historia, transportandose en su imaginación a que hermoso lugar de Italia, dejándose llevar por las hermosas palabras del reconocido autor.

—Es mi libro favorito.

Adina alzó la vista y se encontró el mayor de los hermanos Firgretmann de pie en la entrada de la habitación, con su cuerpo apoyado sobre la pared.

— Es extraño que a un hombre le interese las historias de amor— comentó ella, quien en el fondo se sentía nerviosa por la mera presencia de Adler, ambos no habían hablado nuevamente desde aquel incidente en la entrada del edificio donde vivía.

—No soy como los chicos que estudian contigo. — murmuró Adler entrando a la habitación. — Te apuesto que si le preguntas a Joseph por su libro favorito, no podrá nombrarte uno.

Adina comenzó a reír, porque era bien sabido que al menor de los hermanos, no le agradaba la lectura tanto como a ella.

—¿Todavía no llega tu hermano? — preguntó con curiosidad.

—No, mi madre y él no aún no llegan. — respondió.

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ