CAPÍTULO 8

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- Bueno, y... ¿Desde cuando os conocéis?

- Pues a decir verdad... Desde ayer, mamá. - contestó Tom.

- ¿¡Desde ayer!? ¡Caray, qué prisa os dais ahora los adolescentes!

- ¡Mamá, por Dios!

- Era broma, hombre. No te escandalices.

Becca no podía dejar de reír. Tom y su madre eran como el perro y el gato, pero se podía ver a mil kilómetros de distancia que se querían.

- ¿Tus padres no estarán preocupados por ti, Becca? - preguntó la madre de Tom.

- Mamá, no...

- ¿Qué pasa? ¿Es que ahora tampoco voy a poder hacer una simple pregunta, Thomas?

- No es eso...

- No se preocupe. Mis padres no se preocupan con mucha facilidad, pero aún así creo que va siendo hora de irme.

Cogió su mochila y su móvil, y se fue a despedir.

- Ha sido un placer. Siento el susto de esta mañana.- dijo sonrojándose.- No volverá a pasar.

- No te preocupes, preciosa. Y vuelve cuando quieras.- dijo guiñando un ojo.- Mientras uséis protección , yo me doy por satisfecha.

- ¡Mamá!

- Vale, vale. Ya me callo.- dijo riéndose.- Encantada Becca.

La madre de Tom desapareció en la cocina, dejando a los dos adolescentes solos, en la puerta.

- Bueno... Yo me voy ya.

- Espera, te acompaño.

- No hace falta que...

- ¡Mamá! Voy a acompañar a Becca a su casa.Vuelvo en una hora.

- ¡Vale, Thomas! Usad protección.

- Mamá, déjalo ya... ¡Y no me llames Thomas!

Y sin decir más, salieron por la puerta. Fuera hacía un calor horrible.

- Nadie diría que ayer nos llovió encima, como si se tratase del diluvio universal... - comentó Becca. Tom se río.

- ¡Vaya! Has tenido gracia... El mundo se debe de estar cayendo a pedazos.- dijo el chico soltando una carcajada al final.

- ¡Calla!- dijo Becca pegándole un puñetazo "dulce" en el brazo.

- ¡Auch! Eso dolió.

- Te jorobas, por mala persona.

- Gracias.- dijo Tom abrazándola.- Parece que ya hemos llegado.

¡Vaya! ¡Ni me había dado cuenta! pensó Becca. Estaba tan centrada en Tom, que ni cuenta se dio de que ya habían llegado a casa. Quería decir cualquier cosa, con tal de no subir.

- Por cierto, Thomas.- dijo riendo.

- No me llames así... - De repente Tom se puso serio, y Becca hizo la primera pregunta que se le vino a la cabeza, con tal de que el chico volviese a estar bien.

- Parece mentira que no te lo preguntase antes, pero... - dijo riendose.- ¿Cuántos años tienes?

- Tengo diecisiete. Y tú... ¿Dieciseis?

- ¡Bingo! - dijo la chica como respuesta.

- Bueno, Becca... Supongo que nos veremos el lunes en el instituto.

- Supongo... - dijo triste.

Tom se acercó a ella y la abrazó. Becca se aferró a él, no quería soltarle. Cuando su madre murió, Becca cambió mucho su forma de ser, y sus amigos de entonces se alejaron de ella. Desde entonces, este era el primer momento en el que Becca sentía que tenía a alguien en quién apoyarse.

- A por todas allí arriba.- le susurró Tom al oído.- Tú puedes.

- Gracias, Tommy, de verdad.

Y se desicieron del abrazo. Tom se fue caminando, y Becca se le quedó mirando.

¿Cómo puede ser que le conozca desde hace poco más de un día, y ya lo necesite tanto?

Dame una sola razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora