CAPÍTULO 3

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La sesión con el orientador había acabado. Becca empezó a caminar hacia casa pero su padre la interrumpió.

- ¿Qué quieres, Carlos?

- ¿Alguna vez volverás a llamarme papá? - dijo su padre con cara preocupada.

- ¿Eso es lo único que quieres saber? Porque si sólo me vas a preguntar estupideces...

- Becca, no se que más hacer para que todo vuelva a ser como antes.

- ¿Como antes? ¿Tú en que mundo vives? Nada va a volver a ser como antes, nunca. Si tu no hubieses...

- ¡Becca, joder! ¡Yo no maté a tu madre! ¡Fue un accidente! - replicó fuera de sí.

- No sabes lo que es un accidente, ¿verdad?

Y sin decir nada más, Becca salió de allí corriendo. No era capaz de aguantar esa conversación. Cada vez que su padre hablaba del accidente, se le instalaba un nudo en la garganta, las lágrimas amenazaban con salir a borbotones de sus ojos, y tenía ganas de abofetear a su padre con todas sus fuerzas.

De repente se dio cuenta de que seguía corriendo, y aminoró el paso. En aquel momento, comenzó a llover. Becca se puso la capucha, y siguió caminando. No se dio cuenta de que alguien se cruzó en su camino, hasta que chocó con un cuerpo.

- Perdona, yo no...

- Tranquila, no pasa nada. - le dijo aquella voz que le resultaba tan conocida.

- ¿Tú eres...?

- Si. - le dijo el chico con una sonrisa. - Soy Tom. Antes no tuve ocasión de decírtelo, lo siento.

El chico era moreno, y de ojos verdes. No era muy guapo, pero tenía una cara muy dulce, donde unos oyuelos se le marcaban en las mejillas cada vez que sonreía.

- No pasa nada, yo... Yo soy Becca.

- Espero que estés un poco mejor que antes, Becca. No me gusta ver a nadie llorar.

- Sí... Por cierto, gracias por lo de antes, yo...

- No tienes que darme las gracias, para eso estoy. - dijo el chico giñando un ojo. - ¿Qué te parece si nos metemos debajo de un portal? Porque estamos aquí, mojándonos sin ninguna razón.

Becca soltó una pequeña carcajada.

- ¿Ves? Así estás mucho más guapa.

- ¿Como? - dijo sonrojada.

- Riéndote. Pareces más dulce. - contestó Tom con una sonrisa tierna. - Bueno vamos, que nos estamos empapando.

Y entraron en una cafetería.

- ¡Qué gusto entrar aquí! ¡Me estaba congelando allí fuera! - dijo Tom.

- Tom, no es por mal, pero yo debería irme. Tengo que...

- Te acompaño a tu casa.

- No hace falta...

- No seas tonta, Becca. ¡Vamos! - dijo poniéndole la capucha, y haciéndola encogerse, lo que provocó que Becca riese.

- ¡Vale, vale!

Dame una sola razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora