CAPÍTULO 2

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- Rebecca, han pasado siete meses desde entonces, ¿no cres que ya es hora de hablar de ello?

- No me llame así... Por-por favor...

- Dime el por qué y dejaré de hacerlo.

- No.

- ¿Por qué? Si quieres que deje de hacerlo, tendré que saber el por qué lo hago.

Y esta es una de las múltiples razones por las que odia ir al instituto. El orientador. Desde hace casi siete meses, le mandan venir una hora diaria para hablar con él. Un horror, vamos.

- Vamos a estar aquí, hasta que me cuentes algo interesante, y hoy me da igual cuántas clases pierdas. - dijo Jesús.

- No voy a contar nada. No tengo nada que contar.

- ¡Venga ya ! Tu madre...

- Cállese.

- Tus amigos...

- Por favor, pare... - dijo a punto de llorar.

- Vamos Rebecca, cuéntamelo.

- ¡Le he dicho que no me llame así, joder!

Y salió corriendo hacia los baños. Se metió en uno de los cubículos, cerró la puerta, se sentó, y una vez allí, comenzó a llorar. Soltó todas las lágrimas que llevaba reprimiendo desde que esa mañana discutió con su padre.

De repente escuchó cómo se abría la puerta del baño, y unos pasos acercándose a su puerta. Le sorprendió una voz masculina.

- Te he visto entrar aquí llorando, y he venido a ver qué te pasaba. ¿Quieres un pañuelo?- dijo él.

- Gracias, pero... Este es el baño de chicas.

El chico soltó una carcajada fresca y dulce.

- Lo sé, pero te vi mal, y decidí entrar, arriesgándome a ver a unas cuantas chicas posiblemente desnudas...

- Vale, lo he pillado.- dijo riendo.- Gracias por el pañuelo.

- No tienes que darlas.

- Por cierto, ¿quién eres?

- Soy...

Sonó el timbre, y como si se tratase de Cenicienta, el chico se disculpó diciendo que tenía que irse a clase y salió corriendo, pero en vez de dejar un zapato de cristal atrás, dejó un pañuelo, y a Becca sin saber el nombre del chico misterioso...

Muy a su pesar, volvió a junto del orientador. Se sentía mal por haber reaccionado así, ya que Jesús sólo intentaba ayudarla. Abrió la puerta y entró.

- Jesús, lo siento, yo... - empezó a decir, pero se calló cuando vio a su padre sentado en frente del orientador.- ¿Qué haces aquí?

- Jesús me ha llamdo diciendo que no colaboras, y esto no puede seguir así. O empiezas a hablar, o...

- ¿O qué? ¿Acaso tú eres el más adecuado para darme lecciones? ¡Venga ya, Carlos! ¡Deja de meterte en mi vida!

- ¿Dejar de meterme en tu vida? ¡Soy tu padre! ¡Tengo todo el derecho del mundo a meterme en tu vida! Y más desde que...

- ¿Desde qué? ¿Desde que mataste a mamá?

Dame una sola razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora