Capítulo 18 "Estimada princesa fugitiva..."

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Tenía que hablar con su padre pensaba Omar al pie de las escaleras mientras veía bajar a Azima por ellas aun en la oscuridad de la madrugada. Por lo menos tenía que lograr que todo se pospusiera. La culpa por todos los años en los que había hecho lo que había querido pese a la infelicidad que eso le había provocado hacía que quisiera resarcir a su padre y complacerlo en todo, más aún en su condición de enfermo recurrente. Darle un disgusto más se le hacía tan malvado de su parte que lo bloqueaba a posibles soluciones y le impedía negarse en pleno.

- El equipaje ya va rumbo al aeropuerto. Lamento que hayas dormido tan poco. –le dijo a Azima.

- Cuatro horas bien aprovechadas te lo aseguro.

- ¿En serio dormiste algo?

- Pedí un té relajante y me ayudó un poco ¿está bien irnos así en la oscuridad de la noche sin notificarle a nadie? –Pensó en su hermano y decidió mandarle un mensaje después.

- León lo sabe. Le dije anoche. Entendió que queremos hablar con mi padre sobre la boda y no perder un día más.

- Yo les dejé un mensaje a las chicas. –Uno que no verían si no hasta que ya estuviera en camino. Todos dormían en esos momentos. -Respecto a la boda ¿Qué es lo que quieres hablar? Es inminente.

- Creo que no estaría de más retrasarla. Pero ven, vamos al auto.

- ¿Retrasarla? ¿Qué caso tiene? –preguntó ella con voz triste ya en el auto. –lo de anoche fue un arrebato propio de un hombre orgulloso y nada más. Estoy terriblemente avergonzada porque varios lo presenciaron y aunque les quiero y tengo confianza, fue demasiado para mí que intuyeran la situación porque sé que lo hicieron.

- Las chicas te reclamarán sin duda.

- Me extraña que no lo hayan hecho ya... León ¿no sabe nada verdad?

- No. –Omar sonrió divertido. –te preocupa más que él lo sepa que tu prometido ¿no?

- Tú lo sabes todo.

- No te pedí los detalles escabrosos.

- Y jamás te los daré.

- Créeme no quiero saberlo. Escuchar la vida amorosa de la que consideras tu hermana sería casi vomitivo.

- ¿Me consideras tu hermana? –preguntó conmovida.

- Sí, la que nunca quise pero sí. –bromeó.

- Eres demasiado dulce a veces. –besó su mejilla.

- No se lo digas a nadie. –pidió muy en serio.

- Seremos un desastre juntos. –Azima dejó caer la cabeza en el respaldo.

- Este no es el camino al aeropuerto. –Omar miró por la ventanilla extrañado.

- Es verdad Su Alteza. –contestó la voz distorsionada de una mujer. Parecía la de un robot. Una figura encapuchada se asomó desde el asiento del copiloto.

- ¿Qué pasa? ¿Quiénes son? ¡Paren el auto! –Omar miró hacia atrás y hasta entonces se percató que no eran seguidos por su seguridad personal. Azima se aferró a su brazo pero con el otro buscó a tientas su móvil lo mismo que Omar.

- Nos encargamos de eso. Están bien, no se preocupe. Conserve la calma y esto acabará pronto. Ni intenten llamar, no podrán. Hemos bloqueado la señal.

- ¿Qué quieren? –les preguntó Azima.

- A usted princesa. –el auto se detuvo. –Salgan.

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