Capítulo 14 "Las princesas no cocinan"

6.8K 891 51
                                    

No era ajeno al trato del silencio gracias a su tía Lea y sus dos primas menores. La verdad le había resultado divertido. Pero con Habiba era distinto, prefería escucharla así fueran improperios dirigidos a él. Y además le preocupaba, no la subestimaba y el que ella estuviera pensativa y silenciosa no dejaba de ponerle en alerta. Esperaba mas protestas, más drama y acción. Pero ella estaba en su lugar en el helicóptero observando a la nada, ya que era de noche y abajo solo estaba la oscuridad y el frío. Miró a Azima esperando captar si algo tramaban juntas pero su prima leía tranquila y absorta. La calma antes de la tempestad pensó. Para su sorpresa antes de llegar Habiba se había dormido.

- La seguridad es muy alta aquí. –le dijo a Azima que caminaba a su lado por los largos pasillos de piedra blanca mientras él llevaba en sus brazos a Habiba profundamente dormida. La vio sonreír.

- Y lo dices por...

- Por si pretenden escapar.

- Claro, como si eso fuera posible. –le repuso con tranquilidad tal que logró el efecto contrario en él. –Así que por eso estamos en la ciudad y no volvimos al campamento base. –añadió al verlo tenso.

- Sé que pueden intentarlo. –la oyó reír.

- Cielos, sí que te está traumando todo este asunto con Habi. Si quieres saberlo creo que aceptar el trato que te propuso fue...

- ¿Estúpido? –no le sorprendía que ella supiera del trato en realidad.

- Totalmente, sí.

- Lo sé. –admitió a su pesar. –No quería se sintiera más presionada, no quería asustarla tampoco.

- Habiba no se asusta fácilmente y suele hacer lo que quiere. No me mal entiendas soy la primera en no querer para ellas matrimonios arreglados.

- ¿Y para ti sí? –no pudo evitar indagar.

- Da igual.

- Por que ya te hiciste a la idea de Omar... -Azima le vio con cierta sorpresa.

- Todo el mundo da por hecho que me casaré con él ¿no es así?

- Sí.

- Creo en el amor, pero no creo esté hecha para él y no, no sé exactamente por qué tengo la certeza. Simplemente así es. Y lo único seguro en mi vida ahora mismo es que estoy sumamente interesada en leer esto. –Alzó el libro que no soltaba desde que había acompañado a Habiba al desierto. –La princesa Amina. Toda una vida interesante hace cientos de años.

- Es una buena leyenda.

- Quizás sea más cierta de lo que dicen. En fin, no estoy en tu contra sino a favor, aunque este matrimonio haya sido impuesto. No huiremos a mitad de la noche y desapareceremos, ya han sido demasiadas aventuras por este año.

- ¿Por este año?

- Sí. –le confirmó con sonrisa traviesa. -Creo eres indicado para ella, sé el porqué y no, no te lo diré. Si no pensara así, no sabrías de nosotras desde hace mucho.

- Las hubiera encontrado.

- Podrías haberlo intentado, sí. –y le sonrió misteriosa para luego reír con diversión. –dulces sueños primo. –entró en la habitación que él le señaló.

Azima era más profunda de lo que dejaba ver, tuvo el presentimiento de algo más pero no pudo atinar qué.

El frescor del aire acondicionado hizo buscar a Habiba como taparse sin siquiera abrir los ojos, no encontró nada pero de pronto se vio tapada con algo de una suavidad impresionante, suspiró feliz y se arrebujó en las mantas.

Princesas de DurbanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora