Capítulo 21

2.1K 209 29
                                    

—Vamos, vamos, muévete —susurré, mirando la tonta rama de aquel árbol. Las hojas secas empezaron a caer sobre mí, haciéndome sentir peor—. Sólo te pido que te muevas, no que bailes o cantes, muévete —seguí intentando, con mis palmas hacia arriba y apuntado al árbol.

Nada.

—Eh, Bi, creo que ya te has vuelto loca —susurré para mí misma, lanzándome en el suelo y dejando que las hojas secas me envolviesen y me cubriesen casi por completo.

Me puse a reflexionar en lo que había sucedido en tan poco tiempo.

Quil estaba actuando como un perrito perdido, todo triste y desolado sin sus dos mejores amigos que ahora pasaban todo el rato con Jared, Paul y Sam. Yo trataba de animarlo lo mejor que podía, diciéndole que eso sólo era una etapa y rogándole a los ancestros que él también cambiase a su forma lobuna. No quería ver sufrir a mi primo, quien también era mi mejor amigo.

En el tema Leah, había estado compartiendo mucho con ella y con Mandy, quien se había unido a nosotras con el pasar del tiempo, ganándose la simpatía de la chica Clearwater. Estaba un poco celosa porque ambas se habían llevado bien enseguida mientras que yo tuve que hacer un grandísimo esfuerzo para lograr siquiera que me hablara.

Con respecto a mis poderes, no se han manifestado más. Era decepcionante. No sabía qué estaban esperando o si sólo habían sido momentáneos. Sólo quería saber si aún los podía usar. Quería aprender a usarlos, manejarlos y hacer cosas maravillosas con ellos.

Sólo me quedaba aguardar y esperar el momento pertinente para que saliesen a la luz nuevamente.

De pronto, una rama se quebró.

Emocionada, salí de mi escondite entre las hojas, pensando que mis poderes habían hecho eso. Pero no. Me llevé una sorpresa totalmente desagradable.

Una mujer de piel pálida casi parecida a la porcelana, ojos rojos furiosos y abundante cabello pelirrojo me veía directamente, estando ella de pie sobre una fuerte rama del árbol que tenía enfrente.

—Vaya, vaya —su voz era como el terciopelo. La piel se me puso de gallina y comencé a sentir miedo—. Es mi día de suerte. Un aperitivo.

Tragué saliva, levantándome de golpe y echando a correr lo más rápido que mis piernas me permitían. Tenía el corazón en la boca, el terror consumiéndome lentamente.

Escuché la risa de aquella vampiresa. Sonaba tan cerca que me asustaba.

— ¡Ayuda! —Chillé, temiendo por mi vida.

Gracias a Dios conocía muy bien los pasadizos del bosque, sabía por dónde correr. La adrenalina bombeaba en mi cuerpo, permitiéndome ser más veloz de lo que realmente era.

— ¡Ayuda!

Mi grito retumbó entre los árboles. La risa de la mujer se volvió a escuchar y en menos de lo que esperaba, se posó frente a mí, frenando mi huida.

Jadeé, consciente de mis pocas probabilidades de salir ilesa.

— ¿No quieres negociar? —Pregunté, ideando un plan mientras esperaba que alguien hubiese escuchado mis gritos. Y cuando decía alguien, me refería a los enormes lobos con los que pasaba el tiempo.

La mujer curveó sus labios—. ¿No me preguntarás quién soy? ¿Qué quiero? ¿Por qué hago esto?

Mordí el interior de mi mejilla, tomando aire con fuerza.

—Eh, no —dije, intentado que mi voz no flaqueara—. Sé las respuestas de todas esas preguntas, no necesito que me las reafirmes.

Mis ojos viajaron de un lado a otro, buscando alguna arma con la que pudiera defenderme.

Out of the WoodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora