Capítulo 1

8.4K 646 74
                                    

— ¡Bi, levántate! ¡Debes ir al instituto! —los gritos de Quil hicieron que me levantara de golpe, jadeante—. ¡Bi, llegaremos tarde por tu culpa! ¡Tu primer día debería ser perfecto y no lo será si llegamos tarde! ¡Apúrate!

— ¡Ya entendí! ¡Ya voy! —grité en respuesta, levantándome a regañadientes de mi hermosa cama. Me estiré cual gato, gruñendo por lo bajo.

Eché una ojeada a mi habitación, la ventana de mi cuarto era grande y dejaba entrar gran luminosidad, tenía un escritorio de madera caoba, un pequeño armario, un baño personal, una cama de dosel y un espejo de cuerpo completo. En una de las esquinas del cuarto se encontraban mis maletas abiertas; aún no había tenido tiempo de guardar todo lo que tenía en ellas.

— ¡Bianca!

— ¡Madre mía, Quil, si eres pesado! —grité, entrando al baño y abriendo el grifo de la ducha.

Me despojé de mi ropa, y me adentré bajo la caída de agua tibia. Cerré los ojos, bostezando y tomando el jabón de lavanda que había en un potecito, comencé a estregar mi cuerpo con la pieza y una pequeña esponja de color azul eléctrico. Al terminar con ese proceso, me dediqué a masajear mi cabello con el champú con fragancia olor a coco que tanto adoraba y luego apliqué acondicionador que también tenía esencia de coco.

Al finalizar, salí con una toalla cubriendo mi cuerpo y otra toalla alrededor de mi cabeza. Fui hasta mi maleta azul, la abrí y saqué la ropa que me pondría para hoy. El día prometía ser caluroso y húmedo así que me puse un vestido blanco que me llegaba hasta las rodillas. Dejé mi cabello suelto y me calcé las zapatillas de deporte negras.

Salí de mi habitación, con una mochila en mi hombro y en mi mano derecha mis audífonos. Yo no podía salir sin mis audífonos.

— ¡Por fin sales! —Quil me tomó por la muñeca, me arrastró fuera de la casa y comenzamos a caminar con rapidez, casi corriendo hacia el lugar donde se encontraba el instituto.

Después de quince minutos andando/correteando, llegamos al instituto. Era relativamente grande, de color caoba las paredes y estaba rodeado por un enorme bosque verdoso, de donde provenían los sonidos de los pajaritos entonar su melodía. Sonreí con entusiasmo, ya sabía lo que haría en mis horas libres.

—Vamos a la secretaría para que firmes los últimos papeles y te den el horario —me dijo Quil, arrastrándome por las escaleras y no dejándome ver bien mi entorno con mucho detalle—. Bi, tienes que aprender a caminar más rápido.

— ¡No! Tú, mi querido primo, debes aprender a no ser tan impaciente —le recriminé con la mirada, mirándole con seriedad, aunque con una sonrisa dulce en el rostro.

—Bien, bien, intentaré ser menos impaciente, pero...después de que hayas estado inscrita —volvió a arrastrarme en una dirección totalmente desconocida para mí.

Llegamos a una salita de espera con sillas de color marrón claro, piso de cerámica recubierto por una alfombra beige y un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas y anuncios de diferentes colores. Detrás del mostrador se encontraba una señora de cabello canoso, ojos castaños y mejillas rojas por el uso excesivo del colorete; Quil me lanzó contra el escritorio, que resonó cuando mi rodilla lo golpeó.

La señora dio un brinquito y me miró con curiosidad. Me sonrojé intensamente.

—D-Discúlpeme —tartamudeé sintiéndome torpe. Cogí aire por la nariz—. Mi nombre es Bianca Snow y he venido a concretar mi inscripción y a buscar mi horario de clases...

— ¡Señorita Snow, la esperábamos! —medio gritó la mujer, sorprendiéndome. Ella me sonrió con emoción—. Sólo debe firmar esto.

Me entregó varios documentos; los leí por encima, escuchando cómo Quil bufaba. Saqué mi lapicera violeta y firmé, simplemente poniendo mi nombre y apellido, con una raya deforme pasando por debajo de ésta.

Out of the WoodsWhere stories live. Discover now