Capítulo 6

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Apoyé mi rostro contra la madera de la mesa, intentando procesar toda la información que mi abuelo me había revelado. Era demasiado para digerir.

¿En qué me había metido?

—Los Fríos... —comencé a hablar, entrecerrando los ojos para entender qué era lo que estaba ocurriendo, —son los Cullen. Es decir, ellos son vampiros. En verdad...son vampiros.

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo, estaba entumecida por la sorpresa, el miedo y la intriga. Mi abuelo asintió con un ligero movimiento de cabeza, sin despegar sus ojos de mí, como si estuviese esperando en que entrara a algún tipo de colapso.

Lo cual era bastante probable.

— ¿Ellos intentaban comerme como postre? —Pregunté en un susurro, sintiéndome repentinamente mareada, abriendo los ojos de par en par—. Oh, Dios, Bella debe estar muerta justo ahora.

—Bianca, nena, Bella no está muerta —me aseguró él, posando una de sus callosas manos sobre mi cabeza, dándome una ligera caricia.

— ¡Entonces ella sabía que iban a comerme como postre y por eso no se negó a que la acompañara! ¡Ah! —Cerré los ojos con fuerza, sintiéndome pésimo—. Uno ya no puede confiar en nadie...

—Bianca, quiero que recuerdes lo que te conté con anterioridad —me recomendó sin parar las caricias tranquilizadoras—. Aceptamos a los Fríos en nuestros territorios porque ellos cumplían con un tratado...

—No comer personas —asentí, aunque entrecerré los ojos—. Bueno, no beber personas. ¡Pero eso no explica por qué el chico de cabello rubio casi quiso quitarle la cabeza a Bella! ¡Y probablemente yo siguiese en su menú!

—Créeme que nada te sucederá mientras estés con nosotros, nena —alcé la cabeza, encontrándome con la sonrisa suave de mi abuelo. Solté un suspiro, acomodándome en la silla y cerrando con fuerza los ojos.

Había que sacarle un lado bueno a todo esto, ¿verdad?

Estaba casi segura que a todas las situaciones, por más malas, locas y exageradas que sean, se les podría ver el lado positivo.

¡Boom!

Un bombillo se prendió en mi cabeza.

— ¿Me convertiré en un enorme lobo súper híper mega genial? —pregunté con toda la ilusión del momento, mirando fijamente a mi abuelito.

Una sonora carcajada se escuchó por toda la cocina, pero no nos pertenecía a mi abuelo ni a mí. Me giré en la silla, encontrándome con los oscuros ojos de Sam Uley, quien sonreía en mi dirección.

— ¡Sam! —Exclamé con alegría, agitando mi mano de un lado hacia el otro. Él me devolvió el saludo.

—Veo que te has tomado las cosas bien...

—Si bien significa que pensó que los Fríos se la iban a comer de postre —musitó por lo bajo mi abuelo, logrando que Sam volviese a reír.

— ¡No es gracioso! —Chillé, alzando los brazos al aire, rindiéndome y riendo. Pero pronto paré de golpe—. ¡Oh, por Dios! ¡Por Dios! ¡Por Dios!

Ellos me veían extrañados mientras yo caminaba de un lado hacia el otro, intercambiando miradas con el suelo y las dos personas que estaban en la sala.

— ¡Tú! —Alcé mi dedo acusador, apuntando a Sam con él—. ¡Tú!

— ¿Yo? —Me miró con confusión mientras yo sentía que mi cerebro iba a toda marcha.

— ¡Sí, tú! —Exclamé, casi saltando por la emoción—. ¡Todo tendría sentido! ¡Mides como mil metros, estás muy musculoso, pareciera que estás cocinándote por dentro! ¡Además! ¡Conoces a mi abuelo! ¡Todo encaja perfectamente!

Out of the WoodsWhere stories live. Discover now