Capítulo 23

1.4K 134 5
                                    

LEAH CLEARWATER

No entendía qué ocurría. ¿Por qué me sentía así?

¿Por qué no podía controlar mi cuerpo? ¿Mi lobo interior se había apoderado de mí? ¿Por qué?

¿Por qué olía tan bien? ¿Y por qué sólo podía enfocarme en ese aroma a tostadas de miel y pintura? ¿Cómo rayos esos dos aromas combinaban tan bien? ¿Qué está pasándome?

Sentía mis manos entumecidas, la boca seca y el corazón bombeando a toda máquina en mi pecho. Quería... no, necesitaba conseguir la fuente de ese aroma. Lo necesitaba ahora.

Dejándome guiar por estos nuevos instintos lobunos, seguí el rastro del olor, sabiendo que me acercaba cada vez más. Mis ojos no paraban de rastrearlo, moviéndose de aquí para allá, arrastrándose y perdiéndose en los colores, locos por encontrar lo que necesitaban con tanta desesperación.

De pronto, me quedé helada. Todas las terminaciones de mi cuerpo comenzaron a hormiguear, incontrolables.

Te encontré.

NARRADOR OMNISCIENTE

Luca Postallian había estado todo su vida solo. Sin contar la presencia de su melliza, su vida se definía en una agonizante soledad. Una soledad que se había encerrado en su corazón, pensando que estaba destinado a permanecer de esa manera lo que le quedaba de vida.

Por esa razón, solía ser tan despiadado, ofensivo y belicoso con las personas que se intentaba acercar a sus vidas, a la de su hermana y la de él. Conocía por malas experiencias que las personas eran egoístas y sumamente malvadas cuando se lo proponían, que sus intereses prevalecían por encima de cualquier otra cosa.

Por haber confiado con anterioridad en otras personas, su vida se había arruinado. La vida de su querida y única familia se había derrumbado, desplomado y casi destruido. Se había transformado y convertido en algo que ninguno de los dos quería. Por confiar en otros, su hermana ahora sufría de una vida difícil, más difícil de la que ya vivían.

Su miedo más grande era abrirle las puertas a otro ser y que este los traicionara. Temía ser abandonado, herido y destrozado. Temía seguir sufriendo. Debido a eso, su coraza se había creado, en un intento desesperado de su alma por proteger lo único que le quedaba. Su vida y su hermana.

Cuando bajó de aquel incómodo y apestoso autobús, inundado con el repugnante olor del tabaco y rancio olor a sobaco, pensó que por fin podría respirar aire puro y que no pudriría sus pulmones. Siendo ignorante de lo que ocurriría cuando sus fosas nasales dejasen entrar aquel aire.

Apenas las suelas de sus zapatos hicieron contacto contra la grava, sintió a su lobo enloquecer. Volverse loco por completo.

Nunca había experimentado tal grado de ansiedad por parte de su lobo interno. Era abrumador, tanto que le hizo gimotear, llamando la atención de su hermana y de aquel supuesto alfa quien los lideraba. Se perdió. Totalmente extraviado en aquel aroma tan encantador, extravagante pero a la vez natural. Como el mar y la libertad.

¿A qué demonios olía la libertad? No lo sabía pero aquello se asemejaba lo suficiente a su concepto.

Y corrió hacia aquella anhelante libertad, a toda velocidad, su cuerpo invadido por sensaciones nuevas, extrañas y reconfortantes, que lo hacían actuar por sí solo. Esa fuerza que no conocía lo asustaba. Luca estaba aterrado.

Pero todo aquel miedo que lo carcomía por dentro desapareció al encontrarse frente a frente con la figura de una mujer. Bueno, técnicamente no estaban cara contra cara, si no que le veía la nuca, tostada y ligeramente sudada. Escuchaba a la perfección la respiración agitada que producía, podía ver el movimiento acelerado de sus hombros, bajando y subiendo, bajo una potente tensión.

Out of the WoodsWhere stories live. Discover now