Capítulo 17

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El teléfono de la casa sonó estridentemente. Solté un bufido, desperezándome en el sillón.

—No tienes que contestar, corazón —musitó la voz suave de Paul, haciéndome cariñitos en la cabeza.

Posé mis ojos sobre él, esbozando una sonrisa. Abrí la boca para contestar pero el tono de llamada volvió a sonar, irritándome un poco.

—Anda, entonces —oí que murmuraba mi novio mientras yo tomaba el teléfono y soltaba una risita, sacándole la lengua, ganándome una sonrisa de oreja a oreja de su parte.

— ¿Diga?

— Eh,... hola, Bi —Enarqué ambas cejas, sorprendida al escuchar la voz de mi interlocutor—. Habla Bella, Bella Swan.

Tragándome el asombro, respondí: —Hey, Bells, ¿qué cuentas?

—No mucho, ya sabes, lo normal —ella sonaba extraña, se escuchó un ruido metálico al fondo y una risa que reconocí rápidamente, era la risa de Jake—. Bueno, eh, Jake me ha dicho que Quil no podría ir a nuestra salida de amigos de hoy —musitó con voz baja—, entonces pensé en invitarte. Mis amigos vendrán y no me gustaría que Jacob estuviera... incómodo. Entonces, ven a mi casa a eso de las cinco, ¿sí?

Y antes que si quiera pudiera responder, ella colgó.

Parpadeé, confundida.

Los brazos fornidos de Paul se ciñeron a mi cintura desde atrás, su caliente hálito chocando contra mi nuca. Reí, dándome la vuelta entre sus brazos, quedando frente a frente.

— ¿Te ha llamado Bella Swan? ¿La chica vampiro? —su voz era suave, depositando un besito sobre mi coronilla.

—Estoy tan sorprendida como tú —dije, sonrojándome de pies a cabeza. Dios, aún no me acostumbraba a esto; él sonrió, socarrón—. Quiere que vaya a su no cita con Jake.

—Ay, pobre diablo —golpeé su hombro con fuerza, haciéndole reír de nuevo—. Si quieres, puedo acompañarte.

Lo miré a los ojos, castaño avellanado contra casi negro. Sus ojos también me sonreían, aunque eso sonase extraño, así lo sentía.

Mordí el interior de mi mejilla, pensándolo.

No creía que Jake se molestase, es decir, estaría todo el tiempo pendiente de Bella, intentando conquistarla o lo que sea. Y yo no quería andar de lámpara, no de nuevo, no era divertido.

—De acuerdo —pellizqué su nariz, riendo al ver su mueca.

—Oh, Dios, que asco —ambos nos separamos un poco al escuchar la obstinante voz de mi primo—. ¡Abuelo! ¡Están de nuevo siendo empalagosos! ¿Cómo permites que tu nieta ande con este pescuezo subdesarrollado? ¿Por qué?

Vi que Paul rodó los ojos, volviendo a colocar sus manos en mi cintura y atrayéndome hacia él, sin importarle la presencia del exagerado y dramático Quil.

—Y ahora se atreven a ignorarme, qué osados son —quise reír pero Paul me guiñó un ojo, como diciéndome que me mantuviese callada—. ¡Abuelo! ¡Abuelo! ¿Qué ahora tú también me vas a ignorar? ¡¿Qué le sucede al universo?!

Ahora sí, sin poder evitarlo más, empecé a reírme a carcajadas, amortiguando el sonido contra pecho de Paul, quien negó con la cabeza, riéndose aún más fuerte que yo.

—No te esponjes, Quil —le dije, casi burlonamente—. Y, por cierto, el abuelo Ateara no está, salió por las compras.

Vi cómo las mejillas de Quil se sonrojaban, resaltando aún más el gran moretón que tenía en su pómulo izquierdo. Dejé de reír al recordar el suceso que había sido el causante de ese moretón.

Out of the WoodsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz