-VEINTITRÉS-

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*Mini-Maratón (1/2)*

Davina (POV):

- ¿Y por qué vamos tan lejos? – Mire una vez mas el gran edificio a las afueras de Nueva York. – Literalmente estamos a una hora de la mansión de las divas mafiosas. – Suspire pesada. – A Raynard no le va a hacer mucha gracia que nos hayamos escapado. - Este se encogió de hombros valiéndole nada lo que le acababa de decir, le daba completamente igual que a Raynard le saliese fuego de las orejas.

La verdad que cuando Derek me dijo que tenia una sorpresa para mí no me había imaginado esto. Era como volver años atrás cada vez que iba a entrenar, las mismas ganas, pero ahora tenia un sentimiento nuevo, el miedo.

- Las demás pistas no me dejaban reservar media. – Abrí los ojos sorprendida. – Durante media hora tendrás media pista de patinaje para ti solita. Estamos en verano, y ahora no hay muchas pistas de hielo. – Sonreí abrazándolo.

Los abrazos de Derek eran como los de un hermano mayor, te arropaban entera y te hacían sentir protegida, que siempre ibas a poder contar con esa persona para lo que fuese. Solté un suspiro mirando con ilusión de nuevo el edificio.

- Llevo mucho sin patinar, pero seguro que te dejo sorprendido. – Le guiñe el ojo agarrándole del brazo. - ¡Vamos!

No sabia las ganas que tenia de ponerme sobre dos cuchillas y el hielo hasta que al entrar sentí el frio en mis mejillas, el característico olor me inundo las fosas nasales y mis inmensas ganas de deslizarme por aquel suelo me invadieron por completo.

- Te espero en las gradas. – Asentí cogiendo una mochila de deporte que me acababa de extender. – Me he tomado la libertad de coger tus cosas de patinadora. – Con un beso en la coronilla se despidió de mi dirigiéndose a los asientos de la pista.

Fue directa hacia donde un cartelito marcaba los vestuarios femeninos. Aun nerviosa me encamine hacia allí esquivando a una chica vestida con unas mallas que generalmente se usan para competir. Con una sonrisa de disculpa por ambas partes entre dejando en un banquillo la mochila. La abrí sacando mis patines, eran completamente blancos lisos, los acaricié pareciendo un poco rarita, pero vamos, es lo que era. Los deje en el suelo para seguir sacando la ropa que Derek había metido, gracias al cielo metió mallas de entrenamiento junto a unos calentadores que me encantaban. Sabia que mi madre había metido todo en el baúl, pero también tenía que agradecer a Derek que al menos hubiese elegido bien lo que debía ponerme.

Una vez cambiada, con la ropa y patines puestos salí por una puerta diferente a la que entre, esta daba directamente a la pista. Me mordí el labio nerviosa quedándome en la entrada a la media pista que permanecia vacía. La otra media había chicas de unos dos o tres años más jóvenes que yo, su entrenadora les gritaba pues se me habían quedado mirando intrigadas todas.

Pero era obvio, ¿quién alquilaba media pista?

Derek.

Me deslice hasta la zona de los banquillos en la que mi amigo permanecia sentado. Frene de lado mirándole sonriente. Me había hecho un moño alto para poder patinar más cómoda. Negue divertida aun sin creerme lo que iba a hacer.

- Venga muéstrame lo que sabes hacer. – Rodé los ojos riéndome. – Esas mallas te quedan de escándalo. – Bufe sacándole la lengua. – Que pena que me pongan los hombres.

- Idiota que eres. – Este soltó una ronca carcajada ganándose las miradas de las chicas del otro extremo de pista.

- ¡Venga! El tiempo corre.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Onde histórias criam vida. Descubra agora