-DIECISÉIS-

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Davina (POV):

Parecía que estaba en un videoclip. Mi cabeza permanecia apoyada en el cristal de la ventanilla del copilo del Mercedes de Raynard. Por seguridad conducía él, mientras Aria y Jakob iban en su coche, por el mismo motivo. Los hombres de los mafiosos iban en un furgón negro detrás de nosotros, sin embargo, ellos no irían a mi casa, como es obvio. No se donde se iban a quedar y sinceramente, no me importaba. Habíamos venido en un avión privado de Jakob, así que pudimos llegar lo antes posible sin tener que esperar en el aeropuerto. Cuando llegamos unos hombres nos estaban esperando con dos coches y un furgón.

Estábamos a unas cuadras del tanatorio donde iba a ser el entierro, donde estaba reunida la familia y amigos de mi abuela. Landon me había mandado un mensaje diciéndo que iba a venir, y si podía pagarle el pasaje.

Le ignoré, que se fuese a la mierda.

Sentía que una parte de mi se había ido para no volver jamás, mi abuela se había llevado un cachito de mi corazón con ella.

Suspire pesadamente pestañeando varias veces alejando las lágrimas. ¿Cómo iba a explicarles a mis padres quien era Raynard? Su aura reflejaba respeto, y digamos que no era la persona mas expresiva del mundo, pero para que mentir, me daba igual.

- Davina. – Mire a Raynard quien me miraba serio y precavido. – Hemos llegado. – Asentí mirándome las manos. – El dolor cesa. – Levante la cabeza mirándole atentamente. – Lo se de sobras, acabas sabiendo vivir con ello. – Asentí cogiendo mi bolso, para salir del coche.

Aria se coloco a mi lado, pues su coche había aparcado al lado del mío. Ella tenia los ojos rojos de llorar, pues mi abuela Julieta, era como una abuela para ella. Cuando fue repudiada por sus abuelos maternos cuando su madre falleció, mi abuela le adopto como su nieta, esas fueron las palabras de ella, literalmente.

Era un ser maravilloso.

Entrelazando nuestros brazos comenzamos a andar hacia la puerta del edificio, el tanatorio estaba colocado en el cementerio, pues de allí se salía dando un breve paseo hasta llegar a la tumba, donde se les da sepultura a los fallecidos.

Entramos por la puerta conduciéndonos a la salita número 6. A medida que íbamos avanzando podía observar a lo lejos a mis familiares, amigos y conocidos. Suspire aguantándome las ganas de llorar, pero fue inútil, pues mi madre apareció en mi campo de visión con un aspecto demacrado y triste.

- Hija. – Abrace a mi madre con fuerza, llorando junto con ella. – Aria bonita, ven aquí. – Abrió un brazo para que Aria se acurrucase con nosotras.

- Jasmine. – Dijo Aria llorando, aferrándose a mi madre.

- Hija. – Levante la cabeza observando el gran cuerpo de mi padre, sonreí tristemente yendo a abrazarle, cubriéndome con sus grandes brazos todo mi cuerpo. – Que guapa estas. – Rei mientras lloraba.

- ¿Mi padre? - Pregunto Aria, pues su padre, unos cuantos años después del fallecimiento de su madre, comenzó a salir con Rose, mi tía, hermana de mi madre.

- Esta dentro cariño, con Rose.

Aria y Jakob entraron por la puerta donde, junto con una gran foto de mi abuela, estaba su ataúd. No sabia si iba a poder entrar, no quería confirmar lo obvio.

- ¿Quién eres tu muchacho? – Fruncí el ceño sin entender a quien se dirigía.

Gire mi cuerpo, Raynard había estado detrás mío todo el rato. Que no se hubiese apartado de mi hacía que algo cálido dentro de mi ardiese. Me gustaba.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora