-CUARENTA-

2.5K 209 31
                                    


Davina (POV):

Habíamos llegado a la casa de los padres de Jakob por fin, el cadáver de mi primo iba camino al pueblecito donde nos habíamos criado, para ser enterrado con sus padres. Cuando llame a mis padres para contarles todo no podían creérselo, Raynard había arreglado todo para que la causa de su muerte cara al resto fuese una total mentira.

Le pegaron un tiro en medio de una pelea de bandas en la que él no tenía nada que ver.

Mañana a primera hora saldríamos hacia Estados Unidos de nuevo, iríamos directos a casa de mis padres para ir al acto de defunción de Landon. Me abrace a mi misma sintiendo un frio helador. Raynard no se había apartado de mi en ningún momento, sin embargo, presentía que algo malo iba a suceder. Su rostro y su contacto no eran el mismo del de hacia unas horas, algo en esos ojos grises le estaban atormentando. Aria y Molly no me dejaban sola ni un segundo, pero ahora mismo necesitaba estarlo.

Sola con mi dolor.

- Voy a irme a la habitación a descansar. – Murmuré sin mirar a nadie.

- ¿Necesitas algo cariño? – Negue hacia Sofie.

Me fui escaleras arriba sintiendo unos pasos detrás de mí. No hacia falta que me girase para saber de quien se trataba, no dije nada, simplemente seguí subiendo las escaleras apática de camino a la habitación que me había sido asignada el día que llegue aquí, entre dejando la puerta abierta dándole paso a Diablo. Escuche como se cerraba la puerta y un suspiro por su parte resonaba sobre toda la habitación. Me senté en la cama aun abrazándome a mí misma, preparándome para lo que estaba por venir.

- Dilo. – Susurre.

- ¿Qué? – Este se quitó la americana dejándola sobre el respaldo de la silla del escritorio.

- Que me digas lo que tienes que decirme. – Este me miro con una seriedad absoluta. – Te conozco...

Dejo su cuerpo apoyado sobre dicho escritorio cruzándose de brazos sin apartarme la mirada. Notaba como dentro de él había una lucha interna entre dos bandos, no quería escuchar lo que me iba a decir, es más, prefería ahora mismo que me matasen a escuchar lo que había producido aquella guerra continua que siempre estaba en su ser.

- Es solo por tu bien. – Le dedique una risa amarga.

- ¿Por mi bien o por el tuyo? – Escupí con desdén. – Esta es la segunda vez que tenemos una discusión así. – Miro hacia otro lado que no fuese mi cara. – Acabamos de unirnos en sangre.

- Eso no va a cambiar. – Me levante soltando una carcajada glacial.

Se incorporo mirándome de nuevo. Unas sombras recorrían su cornea, sin poder evitarlo mis ojos empezaron a empañarse.

- Jamás deberías haber vivido lo que has vivido. – Se acerco a mí. – Caníbal no está, ahora puedes empezar una vida normal.

- ¡No quiero una vida normal si eso significa no estar contigo! – Le grite en la cara dejando caer las gotas por mis mejillas.

- ¡Pero yo no quiero esta vida para ti! – Me grito de vuelta con los ojos como llenos de tormenta.

- Prometiste nunca decidir por mí, ¡lo prometiste! – Le di un pequeño empujón.

Este negó con una sonrisa en horas bajas.

- Esto no ha sido culpa tuya, nada de lo de Caníbal ha sido culpa tuya.

- Esto quizás no, pero el resto... Lynx os ataco, sufriste heridas. ¡Tu maldita impulsividad casi hace que te maten! – Me sobresalte cuando levanto la voz. – No quiero que te quites ese anillo, pero tampoco quiero que... - Sus ojos comenzaron a vidriarse. – No puedo permitir ponerte en peligro, simplemente no puedo. – Su voz salió estrangulada.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu