-VEINTISEIS-

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Davina (POV):

Llevaba unos diez minutos despierta sobre la cama de Raynard. Cuando abrí los ojos él ya no estaba a mi lado y según la hora que ponía en el despertador que estaba sobre una de las mesillas eran las once de la mañana. Por un momento habría dudado si todo lo sucedido entre la anterior noche y esta era solo un sueño, pero era bastante obvio que no estaba soñando. Después de ir a mi habitación a ponerme un pantalón de chándal, junto con una sudadera y unas pantuflas para ir cómoda por la casa, salí de allí hacia las escaleras, revolviéndome el pelo hacia un lado mientras bajaba dirigiéndome directamente a la cocina.

Necesitaba desayunar.

Bostece justo en la entrada, me desperece con los ojos cerrados sintiendo mis pestañas rozar mis pómulos, sin embargo, el ruido de los utensilios de cocina hizo que los abriese de golpe. Raynard, Jakob, Aria y Derek, quienes estaban mirándome, interrumpiendo la conversación que estuvieran teniendo. Estaban sentados alrededor de la isla de la cocina mientras desayunaban o almorzaban.

No sé en qué momento estarían.

- Buenos días princesa. – Sonreí hacia ella.

Me acerque a Aria para darle un beso en la mejilla.

- Buenos días.

- Espero que hayas hecho la maleta. – Negue las cejas mientras me iba al frigorífico a coger un brik de leche.

- Aun no Aria, nos vamos mañana. Son solo las once de la mañana.

- Solo dice... - Reprocho con burla.

Ignore su comentario. Estaba todavía despertándome, como para que me jodiesen, aunque fuese de broma. Abrí uno de los armarios que estaban encima del grifo, alce la mano para coger uno de los cuencos para los cereales, pero estaba demasiado alto. Literalmente estaba en la balda de arriba del todo.

¿Por qué lo ponen ahí?

Un cuerpo se puso detrás del mio, su mano rozo mi brazo hasta llegar a mis dedos. Siguió subiendo hasta alcanzar el cuenco. Me giré sobre mis talones para mirarle a los ojos. Sonreí hacia él.

- Gracias. – Me limite a decir.

- No hay de que hübsch. - Me mordí el labio algo excitada.

Su maldito acento alemán me encantaba joder.

Escuche un carraspeo por parte de Derek que hizo que volviese a la realidad. Me separé de su ardiente pecho y me fui hacia otro de los armarios, donde había cajas de cereales. Volví a sonreír al ver que ya no había solo cereales de avena, sino que había de copos de chocolate. Recuerdo haber hablado con María sobre ello, la mujer que mantiene esta casa en orden y a todos bien alimentados.

Cogí el tazón junto a la leche y eche bastante, después de guardar el brik me volque unos cuantos cereales en el mismo tazón. Y si, había más cereales que leche.

Adoraba el chocolate, de todo tipo, de todos los colores.

Guarde los cereales para seguidamente coger una cucharilla e ir con el cuenco a sentarme con el resto, quien no había vuelto a abrir la boca. Le di el primer bocado con los ojos de Raynard muy atentos a mis movimientos. Cerré los míos al sentir el placer de semejante manjar.

- Vaya, no soy el único que siente la tensión sensual, ¿Verdad? – Casi me atraganto cuando Derek abrió la boca.

- Halt die Klappe, Arschloch. (Cállate gilipollas) – Raynard contesto a su amigo en su idioma.

- Ich habe keine Lust dazu, du Idiot. (No me da la gana, idiota)

Aria y yo nos miramos algo interrogante.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang