-VEINTICINCO-

3.9K 260 24
                                    




Davina (POV):

Estaba en el coche de vuelta a casa de Raynard. Él estaba junto a mí con la mirada perdida mientras observaba el paisaje tras la ventanilla, baje la vista a nuestras manos las cuales estaban entrelazadas, permanecían apoyadas sobre su pierna. Sonreí inconscientemente,

Si, había perdido, había caído ante el "encanto" alemán.

Volvíamos de aquel motel que habíamos dejado atrás hace unos cuantos minutos. Ahí, ahí había marcado un antes y un después entre nosotros dos. Nos habíamos pasado toda la noche en vela, haciendo el amor, riéndonos, besándonos ...

Suspire inconscientemente recordando todo.

Un leve apretón de manos hizo que levantase mi vista a la del alemán. Este me miro con una pequeña sonrisa.

¡Era tan guapo que dolía mirarlo!

- ¿Todo bien hübsch? – Asentí apoyando mi cabeza en el respaldo del asiento.

- Si, ¿tu estas bien?

Había estado todo el rato que llevábamos de viaje con la mirada perdida sin saber que estaba pasando por su cabeza, pero esperaba que no fuera algo malo, no quería que se estropease esto que parecía que acababa de empezar entre nosotros.

- Si, todo bien. – Suspiro rascándose la nuca. – Estaba pensando en que... no te lo había dicho aun pero dentro de dos días debemos irnos a Alemania, la presentación es allí. – Mordí el interior de mis mejillas asintiendo.

¿Qué iba a decir en contra de eso? Él lo estaba haciendo para poder protegerme de Caníbal. Si nos uníamos en frente de todas las mafias para que así, por su una traición antigua, todos supiesen que soy suya.

Daba miedo pensarlo.

- Si claro, tiene sentido. – Dije devolviéndole la sonrisa.

- El sábado es dentro de cinco días, así te enseñare la casa que tenemos allí. Jacob y yo la compartimos, y además... - Carraspeo algo nervioso. – Conocerás a los padres de Jacob, ellos me han criado como un hijo.

Oh mierda.

- Oh, claro. – Dije solamente.

- Se que es mucho hübsch, pero es por tu seguridad.

Lo sabia de sobras, pero me asustaba como la mierda.

Antes de que Ray pudiesen contestarme, Igor, su guardaespaldas, nos interrumpió. Había llegado y ni si quiera nos habíamos percatado.

- Estamos en casa señor.

Raynard salió por su puerta sin soltar nuestras manos, así facilitándome salir con él. Andamos juntos escaleras arriba, este abrió la puerta y un maravilloso olor inundo mis fosas nasales. Eran las nueva y media de la mañana y no habíamos desayunado, así que si, tenia hambre.

- ¡Hola! He preparado el desayu... - Derek se callo cuando miro nuestras manos entrelazadas.

Iba con un delantal rosa, seguramente de María, y con una paleta de cocina en la mano.

Inconscientemente me solté de la mano del alemán, y a este no le sentó muy bien. Raynard se giró para mirarme con el ceño fruncido.

- ¿Qué esta pasando aquí? – Pregunto mi amigo acercándose a nosotros.

- Das interessiert dich nicht, du Idiot. (No te importa, idiota). – Aunque le contesto a él, en un perfecto alemán, seguía mirándome a mi con el ceño fruncido.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Where stories live. Discover now