-TREINTA-

2.9K 208 18
                                    




Davina (POV):

No podía decirle lo que me atormentaba, no ahora.

Estábamos bien, hacíamos que lo nuestro comenzase a funcionar, para que ahora mis inseguridades lo estropeasen. Sin embargo, para mi era inevitable no pensarlo, me resultaba imposible no pensar en el "qué pasara luego". La ruda mano de Raynard se poso con delicadeza en mi barbilla para obligarme levantar la cabeza hasta que nuestras miradas volviesen a unirse.

Trague duro intentando mantener la calma, buscando las palabras que consiguiesen hacerle creer que todo iba bien, que todo estaba bien conmigo, con nosotros.

-        No pasa nada Raynard. – Forcé una sonrisa. – Son solo nervios.

Note como se tensaba su mandíbula cuando esta se marcó todavía más. Él no me creía, y lo sabía. La cuestión no era mentirle, era no contarle lo que me sucedía.

-        No soy idiota hübsch.

-        Se que no eres idiota. – Suspire cogiendo la mano que aun estaba sobre mi barbilla. – Estoy algo nerviosa Raynard, conocer a... los que han sido como tus padres y lo de mañana. – Baje su mano para dejarla colgando sobre mi costado, sin soltarla. – Eso es todo, he tenido una pequeña crisis.

Sus ojos comenzaron a suavizarse, la dureza de su mirada cada era menor. Lo que le había dicho no era mentira, todo lo que se venia me asustaba como la mierda. Pero el verdadero motivo de mi tremendo pesar lo guardaría conmigo por el momento.

-        Hübsch...- La mano que no tenía unida con la mía la elevo para limpiar el rastro de lágrimas que había por mis mejillas. – Puedo entenderlo, pero tienes que estar tranquila. Estaré a tu lado todo el rato, absolutamente todo el maldito rato. – Solté una pequeña risa por su tono. – Te lo prometo.

Asentí mostrándole una sincera sonrisa.

De un momento a otro sus pupilas comenzaron a cubrirse por el iris de sus ojos. El color azul hielo de ellos apenas se podía ver. Una macabra sonrisa apareció en su rostro cuando echo la mirada hacia mis pechos. No me había dado tiempo de ponerme la camiseta cuando me ha pedido que le contase que me pasaba. Él estaba hambriento, hambriento de mí. Me mordí el labio inferior excitada por como sus ojos me estaban devorando.

-        Mist...hübsch (Joder...bonita) – Di un paso hacia atrás desabrochando la cremallera del vaquero.

Eso hizo que sus ojos se elevasen para clavarse en los míos. Eleve las comisuras de mis labios, dejándolos entreabiertos, para con un suave movimiento dejar caer de nuevo los vaqueros hasta el suelo, quedándose en mis tobillos.

Dio una larga zancada que hizo que tuviese que retroceder otro paso, mi espalda se pego con el frio espejo. Uno de sus dedos comenzó a acariciar mi mandíbula, fue bajándolo su mano con suaves caricias hasta que sus dedos empezaros a repasar cada uno de mis pechos.

Se me escapo un gemido en forma de susurro, y fue cuando a Diablo se le nublo el buen juico, y se lanzo a mi cuello como un vampiro con ganas de dejar seca a su presa.

-        Diablo... - Gemí.

-        Mist, mist, mist... me encanta cuando me llamas Diablo. – Gruño en mi cuello.

Sus manos se posaron en mi culo, obligándome a alzarme para quedar a horcajadas de él, ejerciendo una dolorosa pero excitante presión en mi intimidad. Sus labios bajaron a mis pechos, jugando con ellos hasta perder el aliento. Lleve mis manos a su pelo, tirando de él hacia atrás para que nuestros ojos volviesen a mirarse. Me lance a sus labios haciendo que se tambalease hacia atrás.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Where stories live. Discover now