-EPÍLOGO-

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Todos volvieron a casa de los padres de Jakob cuando la pequeña comida que había preparado Sofie con todo su cariño terminó. Davina se fue con Molly a la habitación de esta última a discutir sobre la conversación que había escuchado la rubia cuando ella hablaba por teléfono con quien no se imaginaba.

- ¿Enserio Davina? - Rodó los ojos ignorando el tono alterado de su amiga. – Estás loca. – Se giro bruscamente hacia Molly.

- ¿Loca? ¿Qué estoy loca? – Soltó una sarcástica carcajada. – Raynard ha vuelto a decidir por mí. – Se señalo al pecho. – Quiero encontrar a Belov y Kaito me va a ayudar a cambio de que yo le ayude.

La rubia la miro durante unos segundos procesando toda la información, cerro los ojos intentando luchar contra sus pensamientos, pero sabía que ella tenia razón. Sentía en lo más profundo del corazón que tenia que ir con Davina y vengar juntas la muerte de su queridísimo amigo Derek.

- Iré contigo. – Eso pareció sorprenderle, no esperaba que Molly le dijese eso.

- ¿Estás segura? – Asintió sin pensarlo. - ¿Igor? – Le susurró.

- Igor prefiere estar lejos de mi para no "complicar las cosas". – Bufó mosqueada. – No voy a estar esperándole toda la vida.

- Esta bien Molly, Kaito nos esperara en el aeropuerto.

- ¿Cómo vamos a conseguir ir allí sin que se den cuenta?

Davina se cruzo de brazos dudando durante unos segundos si contarle como pensaba salir de ahí, una parte de ella pensaba que iba a intentar pararla antes de irse si quiera a ningún lado, sin embargo, decidió confiar en ella.

- Andreu nos va a ayudar. – Molly alzo las cejas sorprendida. – Por Derek.

Después de preparar una mochila con lo básico y necesario bajaron al salón donde Andreu las estaba esperando. Raynard apareció confuso cuando vio a las dos chicas con uno de sus hombres en la puerta de la mansión, en ese momento Aria estaba durmiendo con Jakob descansando de todo lo pasado estos días. Si había una cosa que Davina no se perdonaría era irse sin despedirse personalmente. Ella había escrito una carta para Aria y otra para Raynard, no les decía donde iba ni mucho menos con quien, pero si el cometido del porque lo hacía. Las cartas las había dejado en la cama de su habitación esperando que las encontrasen.

- ¿Dónde vais? – Les pregunto algo confundido.

- Vamos al centro comercial, Andreu nos va a llevar. Luego nos vendrá a buscar. – Diablo las miro no muy convencido. – Necesitamos descansar y estar las dos solas, como chicas normales. – Explico Davina atenuando lo de "normales".

- Bueno... - Se rasco la nuca asintiendo, incomodo por no saber que decir.

Davina dio un paso hacia él y le dio un abrazo. Un abrazo que era de despedida, aunque él aun no lo sabía. Ella se puso de puntillas acercando sus labios a su mejilla para dejar un pequeño beso cargado de miles de sentimientos. En ese instante Raynard estaba muy confundido.

- Nos vemos luego hübsch. – Esta asintió con una sonrisa triste. - ¿Sí?

- Si claro.

Se fueron de la mansión sin mirar atrás, no podía hacerlo porque si lo hacía se quedaría ahí con Diablo y no podía permitirse eso, aun no. Tenia que cumplir la promesa que le hizo a Derek, tenía que vengarle y eso era lo que iba a hacer.

Pasarón las horas y Raynard miraba el reloj de su muñeca desesperado. Recibió un mensaje de Andreu diciendo que las chicas no estaban en el centro comercial, que no respondían al teléfono saltando el contestador de ambas. Marco varias veces a Davina, comenzó a ponerse muy nervioso, él sabia que algo iba mal cuando la vio irse por la puerta, la esporádica acción de Davina cuando se lanzo a darle un abrazo y un pequeño beso en la mejilla le había dejado con un sabor de boca agridulce.

El Diablo del Infierno. | I DIABLO |Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt