El Diablo del Infierno. | I DIABLO |

-CUARENTA Y CINCO (FINAL)-

Raynard (POV):

Apreté tan fuerte mis manos sobre el reposabrazos de uno de los asientos del avión que pude escuchar como el cuero se rajaba. Apenas hacia unas horas nos habíamos enterado de que mi amigo de toda la puta vida había sido asesinado por Belov. Ese pedazo de hijo de puta no sabía lo que había hecho. Maldecía el día en el que fuimos misericordiosos con él y le permitimos vivir, sin embargo, me iba a encargar personalmente de matarlo, lenta y muy dolorosamente. Lleve mis dedos al puente de mi nariz mientras escuchaba a Jakob discutir por teléfono con... lo cierto es que no sabía con quién. Aria en frente mío llevaba unas gafas de sol rosas, su sollozo era silencioso, pero extremadamente doloroso. Sofie y Walt se habían ido directamente a Alemania para poder arreglar todo desde allí, así como para también avisar al padre de Derek.

Cuando un hombre de Yuri nos llamó comencé a destruir media mansión de la jodida impotencia que sentía, se suponía que ese lugar era un sitio seguro. Habíamos neutralizado la amenaza y la habíamos disipado, éramos unos jodidos ilusos. Davina no estaba segura en ningún lugar del mundo, estaba claro que esa bala había ido para ella como venganza por matar a su hijo, y el pedazo de cabrón de mi amigo se puso entre medias. Desde que se conocieron tuvieron un tipo de conexión que jamás llegue a comprender, Derek parecía entender a mi hübsch, sabia cosas que probablemente yo no.

Y ahora no estaba.

El piloto del avión aviso que estábamos a diez minutos de tomar tierra. Suspire mirando el reloj de pulsera que llevaba, íbamos a buscar a Molly y a Davina, en la cabina de carga llevaríamos el cuerpo de Derek hasta Alemania, así que el avión estaría un buen rato en la plataforma de carga, pues el viaje sería largo y tenían que echarle combustible. Aria en frente mío se quitó las gafas fijando su mirada a mí, podía notar como me miraba con oído y observe como no miraba a su prometido desde que nos habíamos subido al avión.

-        ¿Qué? – Murmure a desgana.

-        ¿No te sientes culpable? – Soltó venenosamente. – Se supone que...

-        Se suponían muchas cosas Aria. – Le corté.

Mi amigo se sentó al lado de su mujer echándose el pelo hacia atrás desesperado. Abrazo a su prometida quien se comenzó a limpiar lagrimas con un pañuelo dirigiendo la mirada hacia la ventanilla del avión, dejando caer su cabeza en el hombro de mi hermano. Cerré los ojos cuando noté el avión descender, lo que menos necesitaba era echarme a llorar y que Davina me viera en la jodida mierda.

Era donde realmente estaba, hundido y rabioso.

Sentí las ruedas del avión tocar el suelo, esperé a que este parase del todo para desatarme el cinturón y levantarme del sitio. Con algo de ansiedad me acerque a la puerta esperando a que el auxiliar de vuelo nos la abriese. Cuando este lo hizo por fin baje corriendo las escaleras quedándome al final de estas. Entrecerré los ojos llevándome la mano a la frente para hacerme sombra, pues el sol me daba de frente. Observe varios furgones negros de lejos y a una morena y una rubia acercarse a nosotros. Aumente el paso para llegar a Davina rápidamente, ahora mismo no me importaba nada más, absolutamente nada. Cuando estuve en frente de ella podía observar como sus ojos estaban hinchados de lo mucho que habría llorado, me miro haciendo pucheros intentando aguantar, y sin embargo, alargue mi mano agarrando su muñeca y la estampe contra mi pecho abrazándola por completo. Note como su cuerpo se sacudía mientras sus manos se aferraban a la parte de atrás de mi camiseta. Agache la cabeza para dejar mi cabeza sobre la curva de su cuello, absorbiendo su aroma. Había echado tanto de menos a mi chica, aunque de eso siempre había sido consciente. Acaricie su espalda intentando consolar el dolor tan grande que albergaba dentro de ella, en pocos días habías perdido a Landon y a Derek, unas pérdidas que había presenciado con sus propios ojos.