CAPITULO 153

2.8K 166 1
                                    

· Era realmente imposible. Igual que me hubiera parecido imposible trabajar en La Cascada. Aunque hubiera presentado y aprobado el proyecto, convirtiéndome oficialmente en psicóloga, probablemente no habría aceptado la oferta de PAULA. Así que, bueno, se puede decir que hui despavorida a refugiarme en mi lugar favorito. Me alejé de todo lo que me recordaba a ella, escapándome a un sitio que aún me recordaba más a ella. Porque sí, cada metro de aquella casa y de todo su exterior, cada esquina del pueblo y cada lugar al que miro, me recuerda a ella. Duermo cada noche en la misma cama donde le hice el amor por primera vez y a veces, me despierto deseando que al abrir los ojos, ella esté ahí, como aquella mañana, durmiendo plácidamente con una sonrisa en su rostro. Pero nunca está. Cuando el sol entra por mi ventana, anunciando la llegada de un nuevo día, mi cama está vacía. Y mi corazón... mi corazón sólo se siente vivo, cuando de un salto imprevisto, RAMON aparece a mi lado, como si hubiera sentido el momento exacto en el que desperté y la tristeza que comienza a invadirme. Jugamos un rato y prácticamente como si no hubiera ocurrido nada, me levanto de la cama para empezar un nuevo día. Esa es mi estrategia; no pude escapar de su recuerdo. Así que, tuve que aprender a vivir con él. Y también gracias a mi labor en la floristería, todo ha sido un poco más fácil. Doña Olga se siente mayor y muy cansada, por lo que, la primera vez que fui a visitarla para darle la noticia de que me mudaría al lago durante un tiempo, vio los cielos abiertos y aprovechó la ocasión para pedirme que la ayudara un poco. Me ha estado enseñando durante meses, todo lo referente al oficio, al cuidado de las plantas, de las flores y la gestión general de la tienda. La verdad, es que es un arduo trabajo el que se realiza, y no sé cómo durante tantos años, ha podido hacerlo ella sola. Por suerte, RAMON se pasa el día allí conmigo y ambos encontramos paz en ese rincón tan lleno de naturaleza y tranquilidad. Nunca pensé que las flores necesitaran tanto cuidado y dedicación. Ahora comprendo perfectamente, que esa mujer haya dedicado su vida a ello y que ahora, cada vez se desprenda un poco más de la tienda, dejándola a mi cargo. Así que, se puede decir que en un año, las cosas han cambiado mucho y muy inesperadamente. Y eso me gusta. Me gusta dónde estoy, lo que estoy haciendo y me siento bien la mayor parte del tiempo. Por eso, en este momento, sólo necesito saber lo que siento. Necesito saber si voy a ser capaz de rehacer mi vida en ese sentido. Es lo único que ahora mismo tengo fuera de control. Y no quiero. Quiero respuestas.
Pero no estoy usando a Cristina para aclararme, ni mucho menos. Si accedí a salir con ella, es porque me gusta. Porque es una mujer interesante, inteligente, divertida, preciosa y que además, conoce a la perfección mi historia. No tengo que fingir ser alguien que no soy. No tengo que hacer como si el paso de DANIELA por mi vida, no hubiera arrasado por completo la misma. Ella lo sabe. Sabe lo que sucedió. Como psicóloga nunca me ha juzgado y si a pesar de todo ello, se ha interesado por mí como mujer, merece por lo menos una oportunidad.
Cristina: Siento el retraso ─escucho su voz, interrumpiendo la nula lectura que estoy haciendo a la carta del restaurante ─
Había muchísimo tráfico.

Miro la hora que indica la pantalla de mi teléfono y sonrío inevitablemente, antes de alzar la vista para verla casi sentándose frente a mí.
POCHE: Te retrasas dos minutos.
Cristina :Por eso ─se encogió de hombros mientras colocaba su chaqueta en el respaldar de la silla ─No me gusta hacerte esperar. ¿Llevas mucho tiempo aquí?
POCHE: No demasiado, tranquila.
Cristina: Menos mal, es que hubo mucho trabajo hoy. A penas tuve tiempo de pasar por casa y darme una ducha. ─señaló su cuerpo
Mira como vengo.
POCHE: Estás preciosa, Cris.
Tras mi frase, se formó un silencio en el que ella permaneció mirándome con curiosidad.
Cristina: Acabo de notar tanto ímpetu en tu voz ─dijo con ironía ─Que casi me lo creo.
POCHE: Te lo digo de verdad, estás muy guapa.
Me ofreció una sonrisa. No sé si satisfecha con mi respuesta o no, la verdad es que lo dije completamente en serio. No está vestida de una forma muy excesiva, al igual que yo. Ya que esto no iba a ser más que una cena informal y luego unas copas. Pero ella es una mujer preciosa. Así que, no iba a dejar de estarlo por muy sencilla que vistiera. No entiendo por qué dice que mi voz no resultó convincente o sin demasiado ímpetu. Cristina: ¿Has pedido algo para tomar? ─me preguntó echando un ojo a su carta. POCHE: No. Estaba esperándote porque no sabía qué querrías.
Justo en el momento en el que ella iba a hacer un gesto para que nos atendieran, el camarero apareció junto a nuestra mesa, con su cuaderno de anotaciones.
Xxx:Buenas noches, señoritas ¿saben ya lo que desean tomar?
Cristina: ¿Vino? ─preguntó Cris, pidiendo mi aprobación con una mirada. Asentí de acuerdo y la voz del camarero volvió a hablar.
Xxx: ¿Desean alguno en especial? ¿O la recomendación de la casa
Cris volvió a mirarme, esperando que fuera esta vez yo quien respondiera.
POCHE: La recomendación de casa estará bien ─concluí. ─
Xxx: Perfecto. En unos minutos regreso y les tomo nota de la cena.
Sin decir más, el camarero desapareció de nuestra vista, dejando tras de sí un silencio absoluto que no duró demasiado.
Cristina: ¿Ya has pensado qué vas a hacer con tu proyecto? POCHE: La semana que viene lo presento ─informé notando sorpresa en su rostro ─Es la única fecha disponible, porque alguien decidió cancelar su presentación. Si no, tendría que esperar dos meses más. Y sinceramente, no quiero esperar más. Creo que cuanto antes lo haga, mejor.
Cristina: Me parece la mejor decisión. ¿Y crees que te dé tiempo de prepararlo?
POCHE: Me sé de memoria cada palabra que escribí en esas páginas. Además, el hecho de no haber querido presentarlo hasta ahora, no quiere decir que lleve un año sin tocarlo. He tenido tiempo suficiente para leer, releer, modificar y dejarlo tal y como lo quería. Después de nuestra última sesión, cuando solicité la fecha, le di un último repaso y lo dejé completamente listo. Así que, sí, supongo que ya llegó la hora de que vea la luz. Mañana lo llevaré a imprimir y el resto de la semana me dedicaré a preparar la presentación. Cristina: ¡Vaya! ─exclamó aún sorprendida ─Lo tienes todo organizado. POCHE: Últimamente me gusta tenerlo todo bajo control.

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now