CAPITULO 97

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Así que me acerqué despacio, sabiendo que había reconocido perfectamente mi presencia, y me senté a su lado, donde permanecí unos instantes observando a mi alrededor. Analizando cada espacio de esa habitación. No estaba adornada de ninguna forma especial. De hecho, poseía el estilo neutro que el resto de habitaciones, con la diferencia de que algunos pacientes tienen objetos personales, fotografías, recuerdos... Y ella no tenía absolutamente nada más que una pila de libros sobre una mesa.
DANIELA: No resulta demasiado acogedora ¿Verdad? ─preguntó interrumpiendo el silencio.
POCHE: Bueno, ─dirigí mi vista hacia ella ─Si sabes que este no es tu sitio, es normal que no le aportes nada de ti.
DANIELA: No estoy muy segura de que exista "mi sitio". POCHE: Todos tenemos un sitio. ─aseguré ─De hecho, vengo precisamente a pedirte que prepares tus maletas. Mañana nos vamos. DANIELA: ¿Cómo que nos vamos? ¿A dónde nos vamos?
POCHE: Eso es una sorpresa.
DANIELA: Pero no puedo salir de aquí, POCHE. ¿Te volviste loca?
POCHE: Probablemente desde el momento en el que te conocí ─Afirmé levantándome y observando cómo alzaba una de sus cejas. ─Pero ese no es el tema. Te prometí que te iba a sacar de aquí y eso es lo que voy a hacer. Dijiste que podrías pasar un fin de semana completo conmigo ¿No?
DANIELA: Si, eso dije... ¿Pero cómo me vas a sacar de aquí y a dónde me vas a llevar?
POCHE: ¿Confías en mí?
DANIELA: ¿Eso que tiene que ver?
POCHE: ¿Confías en mí, DANIELA?
DANIELA: Sí.
POCHE: Pues entonces no te preocupes por nada. Encárgate de estar lista mañana a primera hora. Te recogeré por la mañana.
Me dirigí a la puerta, dispuesta a marcharme sin dar más explicaciones. Pues me encantaba intrigarla con mi misterio.
DANIELA: ¿Pero qué ropa debo llevar?
POCHE: La que tú quieras ─Volteé ─No creo que te dure demasiado.
La forma en la que sonrió y alzó una de sus cejas, completamente divertida, consiguió que al darme cuenta de lo que acababa de decir, mis mejillas adquirieran un color prácticamente púrpura.

POCHE: Te prometo que en mi cabeza no sonaba tan pervertido ─aseguré observando cómo continuaba sonriendo ─Yo... no...no quise decir que... no pienses mal... es solo qué... ¡Ya lo verás! ─Finalicé agobiada por mis propios balbuceos. Sin decir una sola palabra más, le guiñé un ojo y desaparecí, cerrando la puerta a mi paso. Permanecí en aquel lugar durante unos segundos, sonriendo mientras sostenía el pomo de la puerta a mi espalda. No sabía lo que me depararía el futuro, no sabía lo que sucedería en los próximos días. Pero si de algo estaba completamente segura, era de que cada minuto, cada segundo, cada instante, iba a ser absolutamente inolvidable para ambas.

Todo estaba completamente listo para comenzar el fin de semana.Estacioné mi coche, como cada mañana, frente a la puerta del centro, pero estavez, dejé la ventana medio abierta y me dispuse a entrar en su busca. Esperabano tardar demasiado. Pues lo cierto es que estoy bastante impaciente porcomenzar esta pequeña aventura. Saludé a la secretaria con una sonrisa y unavez en el ascensor, en vez de pulsar el botón del primer piso, comohabitualmente, fui directamente al tercero. Hoy, mi destino eran lashabitaciones. Llegué al cuarto de DANIELA.Me detuve frente a la puerta y respiré hondo unas cuantas veces. No sabía porqué pero estaba nerviosa. Después de unos minutos, me decidí a llamar por fin. DANIELA: Adelante ─escuché como me daba paso. Abrí la puerta de inmediato y la encontré sentada en la cama, con un libro entre sus manos y un pequeño bolso ya cerrado a su lado. Y... además, me encuentro en plenas facultades de asegurar, que esta mañana, está especialmente hermosa. Su cabello no estaba húmedo como habitualmente, ni recogido. Caía ondulado sobre sus hombros, demostrando que era considerablemente largo. Vestía con ropa de calle. Comúnmente, aunque nunca la había visto con el pijama del hospital, solía llevar ropa más informal, deportiva o más cómoda. Pero hoy, tenía puesto unos jeans ajustados a su cuerpo y una camiseta, que resaltaba enormemente el color de sus ojos. Su rostro, estaba ligeramente maquillado. No había rastro de ojeras, y la línea de sus ojos, estaba marcada de forma que estos, parecieran más intensos y rasgados. Creo que me quedé absolutamente hipnotizada desde que la vi, porque no fue hasta que llegué a su mirada, que me di cuenta de que esta vez no había continuado con su lectura, como hizo ayer. Esta vez, su vista estaba puesta en mí, y en la cara de absoluta estúpida que seguramente debo tener. Una vez más, mi vocabulario parece haber desaparecido.

Tic-tac... tic-tac... ¡Despierta, POCHE!
POCHE: ¿Lista? ─sonreí por fin.
DANIELA: Para lo que venga ─aseguró respondiendo a la sonrisa. 

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now