CAPITULO 90

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· PAULA: Solo cuando estoy estresada.
Dio la primera calada al cigarrillo y acto seguido, observé el humo abandonar su boca y esparcirse por el espacio lentamente.
POCHE: ¿Por qué estás estresada?
Entonces, por primera vez desde que había comenzado a seguirla en el jardín, dirigió su vista hacia mí, deteniéndose ahí varios segundos.
PAULA: Porque tengo un conflicto interno bastante grande.
POCHE: ¿Estás molesta por... lo que sucedió en el jardín? Solo... solo jugábamos, PAULA. Ya sé que no está bien y que como jefa tienes que... PAULA: Ni siquiera sé lo que tengo que hacer como jefa, POCHE ─me interrumpió ─Nunca ha sucedido nada así. Nunca me he enfrentado a la situación de ver a una trabajadora jugando de esa forma con una paciente, frente a todo el mundo. Y no es el hecho de jugar, es el hecho de que llevas meses sobrepasando los limites sin siquiera darte cuenta. Sales al jardín y actúas como una niña. DANIELA no es tu paciente, ni siquiera es tu proyecto. Me estas poniendo en una situación que no sé cómo afrontar, ¿entiendes?
POCHE: Lo siento... —me disculpé bajando la mirada. Al fin y al cabo ella tiene razón y lo último que quiero es perjudicarla. No tengo ningún derecho y desde luego, es la última persona que lo merecería.
PAULA: No quiero que lo sientas, POCHE. Joder, ni siquiera sé lo que quiero. ─exclamó llevándose una mano a la cabeza ─Porque sí, como tu jefa y tutora, tengo que darte un sermón y exigirte que te comportes, que es inadmisible tener esas conductas con una paciente. Debes mantener las distancias. Cosa que sabes a la perfección. Pero por otro lado, ya ni siquiera es eso lo que me preocupa. Me preocupas tú.
POCHE: ¿Qué pasa conmigo?
PAULA: Tengo en mi despacho los últimos análisis médicos hechos a DANIELA ─me informó consiguiendo poner mi cuerpo en tensión al instante ─Por eso fui a buscarte, quería hablarlo contigo. Estaba preocupada por cómo iba a afectarte y resulta que te encuentro haciéndole cosquillas como si de una niña pequeña se tratase. Y después... tu forma de mirarla. Si ya me preocupaba lo afectada que podrías resultar, ahora... ahora no sé ni lo que debo hacer.

POCHE: ¿Qué dicen los análisis, PAULA?
Suspiró. Y cuando alguien suspira y aparta la mirada antes de comenzar a hablar de algo importante, asusta.
PAULA: Que no hay ninguna mejoría en ella. Sus defensas bajan, sus nutrientes bajan, su hierro baja, su peso baja. Y esto no puede seguir así. Se niega completamente a recibir algún tipo de ayuda. No quiere escuchar ni hablar con nadie que no seas tú, y parece que no te estás dando cuenta de eso. Me pediste que confiara en ti, que te diera tiempo... Pero es que no puedes curarla tú sola. Ni si quiera yo podría, POCHE. No sacas nada en claro de las sesiones que están teniendo y DANIELA, al igual que cualquier persona con su tipo de trastornos, necesita ayuda de diversos profesionales que trabajen en conjunto. Pero sobre todo, necesita querer curarse también en los momentos en los que tú no estés con ella.
POCHE: ¿Crees realmente que no me estoy dando cuenta? —le pregunté, queriendo deshacer el nudo que se había formado en mi garganta —¿Qué no la veo cada día más delgada, débil y con las ojeras cada vez más pronunciadas? Sí, PAULA, lo veo a diario y no me hace falta que unos análisis me confirmen como se siente. Porque lo vivo en primera persona cada minuto de mi vida. Y me paso las noches en vela, preguntándome de qué forma puedo ayudarla, sin obtener una maldita respuesta.
PAULA: Entonces, ¿cuál es tu plan, POCHE? Porque yo lo único que veo, es que cada día estas más implicada en esto y no sé hasta qué punto, eres consciente de ello. No sé si te das cuenta de que DANIELA está sumida en un hoyo, al que fácilmente puede arrastrarte sin siquiera ella quererlo. Porque si no fuiste capaz de abandonar cuando te sugerí que cambiaras de proyecto, dudo mucho que puedas hacerlo ahora.

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now