CAPITULO 23

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· La doctora permaneció observándome en silencio, mientras mi mente hacía el intento de volver a viajar, cuando vi de nuevo la imagen de aquella chica en mi ordenador, junto a todo lo que había leído sobre ella apenas unos minutos antes. Y entonces las mismas sensaciones recorrieron mi cuerpo, llegándome a producir incluso un ligero escalofrío. Volví a mirar hacia PAULA GALINDO, que en ningún momento había abandonado su posición y me hacía entender que de alguna forma, trataba de analizarme. POCHE: Parece que me estás analizando ─me atreví a decir con la única intención de romper ese incomodo silencio.
PAULA: Es lo que intento, ya que eres una chica de pocas palabras.
POCHE: Soy de pocas palabras. Pero si quieres saber algo... ─sonreí encogiéndome de hombros
No tienes más que preguntarlo.
PAULA: Lo mismo te digo. Porque tengo la ligera impresión de que quieres preguntar algo y no te atreves... ¿Me equivoco?
Su afirmación me hizo fruncir el ceño automáticamente, cosa que la hizo sonreír. Al final iba a ser verdad que es capaz de leerme la mente.
POCHE: No ─confirmé
Extrañamente, no te equivocas. Me gustaría saber algo.
PAULA: Soy toda oídos.
Dudé algunos segundos, hasta que finalmente, entendí que la incertidumbre no me iba a dejar tranquila.
POCHE: Verás... estaba aquí, leyendo el informe de... DANIELA CALLE. ─me detuve un momento para observarla, después de haber sido tan obvio el tono de duda en mi voz. No quería demostrar un excesivo interés en esa paciente, ya que no era la primera vez que preguntaba por ella. Pero al mismo tiempo, necesitaba saber. Conocer todo lo que no decía en ese informe. La expresión de PAULA, no cambió ni un ápice en cuanto pronuncié el nombre de la chica, cosa que me ayudó a continuar con más normalidad.
POCHE: ¿Anorexia y bulimia?
PAULA: Así es ─confirmó asintiendo y consiguiendo que un hormigueo nada agradable ascendiera por mis esófago. Supongo que aún tenía la esperanza de que no fuera cierto ─
Por eso ayer, cuando llegamos hasta ellas, la enfermera María, estaba en la lucha diaria e inútil de conseguir que se comiera su almuerzo.

POCHE: Siento haberme entrometido ─me disculpé realmente apenada ─
No sabía que padeciera ese trastorno. Y aunque lo supiera, lo cierto es que no tengo ni idea de cómo debe tratarse.
PAULA: No te preocupes por eso ─sonrió ─
Los trastornos de la conducta alimentaria, son una enfermedad muy complicada. Y si te soy sincera, probablemente nadie sepa la pócima secreta para tratarla. Sobre todo cuando el paciente no pone absolutamente nada de su parte, como es el caso de DANIELA. De esa forma, es prácticamente imposible, así que cualquier nueva idea u opción, siempre será bienvenida. POCHE: Pero... ¿Por qué está aquí? Quiero decir... Esta residencia es para otro tipo de enfermedades. ¿No debería estar en un centro especializado en trastornos alimenticios? PAULA: Debería. Y seguramente sea la mejor opción para ella, ya que dispondría de profesionales especializados en ello, no solo Psicólogos, sino también nutricionistas y personas que padecen lo mismo que ella. Pero si DANIELA llegó a parar a este lugar, no fue tanto por su enfermedad, sino por su intento de suicidio. De hecho, creo que fue una decisión tomada entre su médico y su padre, sin barajar ninguna otra opción.

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now