CAPITULO 47

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Así que con esa extraña sensación de tristeza, impotencia, miedo y cierto alivio, por haber permitido que las palabras expresaran mis sentimientos por primera vez, me alejo del jardín, volviendo al lugar donde realmente debo estar. Pero no puedo simplemente regresar a mi despacho y esperar a que un milagro suceda. Ni siquiera podría escribir una sola palabra en aquel documento que continua abierto en la pantalla de mi ordenador. Así que, una vez más acudo al despacho de PAULA, donde observo que olvidé la puerta abierta cuando salí desesperada hace unos minutos. La encuentro de pie, apoyada en la ventana, con los brazos cruzados sobre su pecho y observando algo a través de esta.
POCHE: Lo siento... ─Es lo único que se me ocurre decir, después de haber cerrado la puerta a mí paso. Ella apartó su vista de la ventana y pareció querer buscar algo en el fondo de mi mirada.
PAULA: ¿Qué sientes?
POCHE: Haberme comportado como una desesperada. A veces olvido que antes que mi amiga, eres mi jefa... Y parece que me ciegan mis ganas de cambiar el mundo.
PAULA: Tú no quieres cambiar el mundo, POCHE. Tú quieres cambiar su mundo.
Bajé la mirada, con algo de tristeza. Probablemente PAULA tuviera razón, hacía ya mucho tiempo que esto había dejado de ser un simple proyecto de universidad. Y un mero trabajo de psicología.
POCHE: Crees que estoy loca, ¿Verdad?
PAULA:Sí ─Afirmó, consiguiendo que alzara mi mirada nuevamente ─
Pero eso solo quiere decir que eres un ser humano. Ninguno de nosotros seríamos capaces de vivir sin cierto grado de locura.
POCHE: No sirvo para esto, PAULA . No puedo ver a DANIELA como un simple proyecto.
PAULA: Lo que me duele de la situación, es que te aferras a rescatar a alguien, que no quiere ser rescatada. ¿Sabes? Desde el primer día he pensado que puedes llegar a ser una gran psicóloga. Al ver tu forma de comportarte con Doña ROSA, la mujer de Don Enrique o con la misma DANIELA. Tu empatía y tu humanidad, puede hacerte ser una profesional diferente, con verdadero poder para ayudar. El problema es que con ella, estás cruzando todos los límites que separan lo profesional de lo personal... Y es ahí cuando te ciegas y no ves la realidad. Tienes una imagen de ella, que tú misma te has creado, POCHE. Y estás sufriendo... Mírate ─Exclamó señalándome a mí misma ─
Estás sufriendo y eso es lo único que no podías permitir.

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now