CAPITULO 94

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· DANIELA: POCHE, —escucharla pronunciar mi nombre en este momento de tensión, hace que mi corazón se acelere.
No seas tan cabezota y haz caso de lo que te dicen; tratando de ayudarme, sólo lograrás destruirte.
Definitivamente, su actitud de hoy no está ayudando en absoluto y a mí se me acaban las opciones.
POCHE: ¿Y acaso eso te importa? ¿Lo qué me pase? ¿Significa algo para ti? Volvió a dirigir su vista hacia mí y se detuvo unos segundos que se me hicieron realmente eternos. Sentía el bolígrafo temblar entre mis dedos, pudiendo caer al suelo en cualquier momento. Sentía sus ojos verdes helando cada parte de mi cuerpo, nublando mi mente y en este momento, produciéndome enfado hasta tal punto, que me siento bloqueada.
DANIELA: Sólo intento advertirte de algo que ya he visto antes. Suspiré y aparté la mirada de ella para anotar algo en mi cuaderno.
POCHE: Sesión terminada —finalicé sin ánimo de continuar con este absurdo —Eres libre. DANIELA: Curiosa tu definición de libertad. Esto es una cárcel... con bonitos jardines y una fuente que en las noches se ilumina. Pero sigo estando presa, al fin y al cabo.
POCHE: No, DANIELA, te equivocas. ─volví a enfrentar sus ojos ─La única cárcel que te mantiene presa, es esa que llevas dentro de ti. Me lanzó una mirada inexpresiva. O al menos, sería inexpresiva para el resto del mundo. Pero yo, que he aprendido a interpretar sus silencios, puedo ver perfectamente como contrae su mandíbula y contiene la rabia. Sin decir más, abandona la oficina con un portazo y siento la necesidad de lanzar por los aires el dichoso cuaderno de anotaciones que tan mal está haciendo su trabajo. En este instante gritaría. Lanzaría un grito ensordecedor al vacío que sacara toda la impotencia que llevo dentro. Pero una vez más, mis emociones se quedan ahí, en el interior de mi pecho, acumulándose en una bola que crece y crece con el paso del tiempo.

· De un sobresalto me despierto, completamente aterrorizada. Puedo sentir mi respiración agitada y una especie de sudor frío recorriendo mi frente. No era más que una pesadilla y a pesar de eso, aún continúa invadiéndome la sensación de temor. No es la primera vez que sueño lo mismo. Últimamente, me despierto en plena madrugada, habiendo vivido una experiencia horrible mientras dormía. En ocasiones, recibo una llamada telefónica de PAULA, diciéndome que encontraron a DANIELA desmayada en el piso de su habitación. Otras veces, soy yo misma, la que va a buscarla y la encuentra en dicha posición, quedándome absolutamente paralizada. De diferentes maneras, mi subconsciente desarrolla este temor interno que me es imposible controlar. Aunque lo cierto, es que al abrir los ojos y darme cuenta de que sólo fue un sueño, mi corazón vuelve a sentir liberación. Me siento en la cama aún algo aturdida y dirijo mi mirada hacia el reloj despertador, que marca exactamente las 6:55 a.m, apenas faltan cinco minutos para que suene. Así que decido apagarlo antes de que su sonido me rompa los tímpanos. RAMON aparece rápidamente por la puerta, moviendo su cola con entusiasmo, como si le resultara completamente indiferente lo temprano que es.
POCHE: Buenos días, pequeño ─comienzo a acariciar su cabeza mientras recibo lametones en mis manos. ─Es hora de comenzar un nuevo día ¿No crees?
Verlo a él, tan contento como siempre, sin duda hace que olvide por completo el miedo que minutos atrás sentía. Es cierto lo que acabo de decir, ahora comienza un nuevo día. Y a pesar de la pesadilla, el simple pensamiento de que en una hora la veré, me hace levantarme con fuerza, dispuesta a empezar el ritual de cada mañana, para estar junto a ella, lo más pronto posible. Una hora más tarde, me encuentro absolutamente desesperada en medio de una hilera de coches que parece no avanzar. Ya debería estar llegando a La Cascada y sin embargo, llevo minutos sin que mi coche se mueva más de dos centímetros. Por lo que decido pulsar el altavoz de mi teléfono y seguidamente, la tecla de abreviación que me comunica directamente con el centro.

Xxx📞: Centro de salud mental, La cascada, ─responden después de varios tonos ─Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?
POCHE📞: Buenos días Carla, soy POCHE. ¿Podrías comunicarme con el despacho de la doctora GALINDO?
Carla📞: Por supuesto, Doctora GARZON , aguarde un segundo en lo que desvío la llamada a la oficina de la doctora.
POCHE📞: Gracias.
Transcurren unos segundos hasta que comienzo a escuchar de nuevo la señal indicando que la llamada está entrando. Un tono, dos tonos... PAULA📞: ¿POCHE? ─Escucho justo antes de que suene el tercer tono ─¿Estás bien? ¿Ocurre algo?
POCHE📞: No PAULA, tranquila, es solo que llevo treinta minutos parada en el tráfico y esto parece no avanzar. Quería avisarte de que me iba a retrasar.
PAULA📞: ¡Ah! No te preocupes. ¿Estás muy lejos?
POCHE📞: A unos diez minutos simplemente. Pero no entiendo lo que sucede, debe haber habido un accidente.
PAULA📞: Está bien, tranquila. Te esperaré para hacer la ronda. Pasa por mi despacho cuando llegues.
POCHE📞: Vale, gracias.
PAULA📞: Que te sea leve la espera ─dijo riendo.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora